Una de las muchas consecuencias del coronavirus en todos los países, pero de una manera especial en los más pobres, es el haber quitado a muchas personas, con trabajos precarios o saltuarios,  los medios de subsistencia. Por eso en este periodo es más importante todavía mirarse alrededor y tomar las iniciativas más variadas en favor de los necesitados. Es Evangelio: es allí, en los más pequeños, donde Jesús nos espera.

(…) Jesús tiene una predilección por los pobres, por los más pequeños.

Cuando, después de la triple negación de Pedro[1], le hace la triple pregunta: «¿Me amas más que estos?», a la primera respuesta afirmativa de Pedro, Él concluye: «Apacienta mis corderos». Después de las otras dos, en cambio, afirma: «Apacienta

mis ovejas». Por «corderos» se entenderían –según algunos exegetas- los pequeños, los pobres, los necesitados; por «ovejas», todos[2].

De este modo, Jesús demuestra haber hecho la opción por los pobres, antes que muchos obispos la formularan y la propusieran, por ejemplo, especialmente en países en vías de desarrollo.

Por lo demás ya se sabe: Él ha venido para evangelizar a los pobres[3] y dijo claramente: «Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis»[4].

Pero si Jesús demostró esta preferencia con palabras y obras cuando estaba en la tierra, también inculcó su Espíritu muy frecuentemente a lo largo de los siglos, en aquellos que tenían que llegar a ser sus instrumentos para muchos: como por ejemplo, san Francisco, san Felipe Neri, san Ignacio de Loyola, san Camilo de Lelis, etc.

Y así nos sucedió también a nosotros. Nuestro carisma, al comienzo del Movimiento, nos hizo poner la atención, cuando aún estábamos en casa con nuestras

familias, ante todo en aquellos que eran los más pequeños a nuestro alrededor: los pobres, los enfermos, los heridos, los encarcelados, los que no tenían techo, los ancianos, los niños… Y más tarde, en la plaza de los Capuchinos, en el primer focolar, en aquellos que eran los más pequeños entre nosotros. Procurábamos resolver el primer problema con obras de caridad, semillas de las acciones sociales y de las muchas obras que nacerían posteriormente; y el segundo con la comunión de bienes entre todos nosotros.

Más tarde, fuimos impulsados, generalmente, a dirigirnos a todos, a amar a cada prójimo, pequeño o no,  como a nosotros mismos y a amarnos entre nosotros.

Y este modo nuestro de vivir se inculcó en todos de tal forma que ha llegado a ser el factor base de todo el Movimiento.

Pero en este último periodo (…) he aquí una nueva llamada a poner a los más pequeños en el primer lugar de nuestro corazón.

¿Cómo podremos, entonces, hacerlo?

Ante todo, mirando con predilección a aquellos que entre nosotros pueden llamarse los más pequeños y aliviando toda necesidad con una comunión de bienes libre, pero intensa, extendida a todo el Movimiento en el mundo.

Luego mirando a nuestro alrededor. (…)

¿Un lema?

Una pregunta a nuestro corazón: «¿He preferido hoy, entre todos mis prójimos, a los más necesitados?»

                                       

                                                                        Chiara Lubich

 (En una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 27 de junio de 1991)

Extraído de: “Preferir a los más pequeños”, en: Chiara Lubich, “Santificarse juntos”, Ciudad Nueva, Madrid 1994, pp. 90-93

[1] Cf. Jn 18,15-27.
[2] Cf. Jn 21,15-17.
[3] Cf. Mt 11,5.
[4] Mt 25,40.

3 Comments

  • COME DONO DELLO SPIRITO SANTO SENTO LA VOCAZIONE AD ESSERE, SENTIRMI MINIMO. BISOGNOSO DI TUTTO MA CON UN CUORE APERTO ALL’UNITA’, ALLA FRATELLANZA, ALLA AMICIZIA COL «FRATELLO» UNIVERSALE: GESU’. NELLA STAGIONE DI VITA E DI SALUTE CHE STO VIVENDO NON SONO PIU’ IN GRADO COMPIERE GESTI CONCRETI DI CARITA’. ANCHE PER QUESTO SONO MINIMO E ACCETTO QUESTA SITUAZIONE COME «ATTENZIONE» DEL PADRE CELESTE NEI MIEI CONFRONTI E RENDO GRAZIE.

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