Chiara Lubich cita a San Francisco y su “perfecta alegría” y nos invita a experimentar, ante un dolor por una renuncia, un desapego, una prueba o una enfermedad, la plenitud de sentido: “Tú eres, Señor, mi único bien”.

Un día san Francisco, verdaderamente enamorado de su Señor, mientras iba camino de Asís en invierno, descalzo y medio aterido de frío, le explicó a fray León en qué consistía «la perfecta alegría, la perfecta leticia».

No consistía tanto en hacer milagros y resucitar a los muertos, ni en profetizar y hablar todas las lenguas, sino en estar dispuestos a recibir las injurias de los hermanos del convento al que se dirigían conservando la caridad, porque «por encima de todas las gracias y de los dones del Espíritu Santo… –decía–, está el de vencerse a sí mismo y de sobrellevar gustosamente, por amor a Cristo Jesús, penas, injurias, oprobios e incomodidades».

En esto estaba según él la «perfecta leticia».

Probemos también nosotros. Cuando nos demos cuenta de que se acerca el dolor (por una renuncia, un

desapego, una prueba o una enfermedad), repitamos con san Francisco: «Aquí está la perfecta leticia», que es como decir, con sentido pleno, «Tú eres, Señor, mi único bien».

Un pensamiento fuerte, ¿verdad? E implacable. Pero es con acciones como esta como podemos progresar en la vida, y hasta volar; podemos dejar una estela luminosa y arrastrar a muchos otros.

Chiara Lubich

 

Perfecta leticia, Conexión CH – Castel Gandolfo, 17 de diciembre de 1998

Chiara Lubich, Construir el Castillo exterior, Ciudad Nueva, Madrid, 2004, pp. 71-72

 

3 Comments

  • Questo pensiero di Chiara su San Francesco capita nel giorno che va a completare il tempo della Perdonanza di Assisi, 1 – 2 agosto. Gesù, apparso sull’altare della Porziuncola al Santo con Maria e gli Angeli, chiede di esprimere il desiderio che gli sta più a cuore. La risposta è che: «tutti coloro che, pentiti e confessati, verranno a visitare questa chiesa, ottengano ampio e generoso perdono, con una completa remissione di tutte le colpe». Presentata la richiesta a Papa Onorio III, ottiene la sua approvazione. Dal 2 agosto 1216 si continua praticare nelle Chiese parrocchiali o francescane seguendo le indicazioni previste

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *