Mensajes del Cardenal Kurt Koch, Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, Justin Welby, Primado de la Iglesia Anglicana, y Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de Constantinopla, a los Obispos de varias Iglesias amigas del Movimiento de los Focolares durante la conferencia «Atrévete a ser uno».

“Permaneced en mí y yo en vosotros” (Jn 15, 4). Una imagen elocuente es la de la vid y los sarmientos que acompaña la invitación de Jesús a los suyos. Un llamado a “quedarse” para dar frutos, el mismo que impulsó el congreso internacional de los obispos amigos de los Focolares, de diferentes Iglesias cristianas, en estos días, en Castel Gandolfo con el título: “Atreverse a ser uno. El don de la unidad en un mundo dividido”.

Recibir este don, en el contexto del compromiso ecuménico “forma parte de la misión de los obispos de estar al servicio de la unidad, pero no sólo de la unidad de la propia Iglesia, sino de la unidad de todos los bautizados, en el nombre del Dios Trino. El bautismo nos une a Cristo y nos hace miembros de su único cuerpo”, dijo el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los cristianos, en su mensaje a este encuentro. Animando a los obispos de las Iglesias reunidas a recorrer el camino en el amor recíproco para afrontar los desafíos del mundo, subraya el papel fundamental que juega la oración: “los cristianos no somos capaces de lograr la unidad con nuestras propias fuerzas. Los cristianos somos capaces de producir divisiones, como lo demuestra la historia y, lamentablemente, también el presente. La unidad, por otra parte, solo se nos puede dar como un regalo. (…) Debemos reflexionar siempre sobre el hecho de que Jesús no ordenó la unidad a sus discípulos, ni se las pidió, sino que ha rezado por la unidad”.

Apuntar a ser una sola cosa en Él y con el hermano es convertirse en una llama viva, un faro, una fuente de luz que atrae a quien está al lado. Este es el verdadero significado de este encuentro: dar luz al mundo. Una esperanza que también encontramos en las palabras del reverendo y honorable Justin Welby, arzobispo de Canterbury: “‘Atreverse a ser Uno’ toca la vida de muchos cristianos, animándolos también a crecer en comunión mutua. (…) Nunca antes el mundo ha necesitado la unidad de los cristianos como hoy. En tiempos de crisis ambiental y de pandemia mundial, sin mencionar los múltiples desafíos económicos y políticos que enfrenta el mundo, es cada vez más claro que nadie está a salvo hasta que todos estén a salvo, y que nuestras acciones realmente se influencian entre sí. La unidad entre los cristianos puede ser el cemento que consolida la solidaridad de los seres humanos, convirtiéndose así en el fundamento de soluciones duraderas”.

Para que “todos sean uno”, por tanto, hay que tomar decisiones concretas, vivir el diálogo, cuidar del otro, reconociéndolo como hermano. El mensaje de saludo de Su santidad Bartolomé, arzobispo de Constantinopla-Nueva Roma, Patriarca Ecuménico, a los Obispos amigos de los Focolares, traza un rumbo que, gracias a las páginas del Evangelio de Mateo (Mt 14,24-33) da esperanza y consuelo: “En el transcurso de la historia, la barca de los discípulos de Jesús encuentra vientos y tormentas contrarias: e incluso entre los propios discípulos de Jesús se desatan a menudo oposiciones, enemistades, persecuciones. (…) En la parábola, Jesús camina sobre el agua yendo hacia los discípulos (…): “Ánimo, soy yo, no teman”. (…) Si tenemos valor – prosigue – entonces no tendremos miedo de dialogar con los demás, porque todos somos de Cristo (…). Cuando ya no tengamos miedo, no necesitaremos coraje, porque seremos uno en el Uno, reunidos en torno a un banquete con el Pan y el Vino del que nos dirá “Soy yo”.

Maria Grazia Berretta

 

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