MariaVoce_2014_aEn este día, ninguno dejará de evocar en su corazón las innumerables figuras de mujeres que han caracterizado el curso de su vida, a partir de aquella que le hizo nacer, para pasar enseguida a la esposa, novia, hermanas, abuelas, tías, niñeras, maestras, religiosas, catequistas, compañeras de escuela, profesoras, enfermeras, cajeras, domésticas y ahora incluso astronautas. Hoy queremos celebrar a la mujer reflexionando juntos con algunos pensamientos de Maria Voce, Presidente de los Focolares, recogidos en dos entrevistas que ella ofreció a la red brasileña TV Nazaré y a la revista Cidade Nova, en abril de 2014, con motivo de su viaje a Brasil.

 

«El papel de la mujer en la Iglesia empezó con María en la primera comunidad de Jerusalén, donde tenía un rol muy particular entre los Apóstoles. Recorriendo la historia de la Iglesia hemos visto después una prevalencia del sexo masculino, sobre todo en las funciones de gobierno, también por la exclusividad del ministerio sacerdotal en los hombres. Esto ha hecho que los sacerdotes se identificaran particularmente con la jerarquía de la Iglesia y que la mujer representase, en cierto modo, una presencia menos importante en la misma.

Desde entonces ha habido una evolución, no solamente en la Iglesia, sino en la humanidad, en la sociedad, por la cual las mujeres poco a poco han conquistado roles importantes. Quizás en algunos contextos y culturas ya le eran reconocidos, pero en la cultura occidental la mujer ha tenido que abrirse camino sola».

«Dios creando al hombre a su imagen lo creó hombre y mujer, lo cual significa que no ha creado a una sola criatura, única, sino a dos criaturas distintas. Las ha creado para que fuesen complementarias la una de la otra y testimoniasen, aun en la diversidad de las funciones, en la diversidad de los roles, la filiación divina, por lo tanto con la misma dignidad. Me parece que esto esté emergiendo poco a poco en la política, en la sociedad. Nunca como en este periodo asistimos al surgir de figuras importantes que asumen la presidencia de Estados y de Países importantes.

La presencia de la mujer en la Iglesia debe crecer sobre todo en el testimoniar su carisma específico, que es el de demostrar que el amor es más importante que el gobierno; que no se puede gobernar sin el amor».

«Una mayor incidencia de la presencia femenina podría tener efectos positivos no solamente en la Iglesia sino también en la sociedad. En una empresa, por ejemplo, en un Estado, en un gobierno, cuando hay una presencia femenina se ve, precisamente porque ella pone en relación y construye en la complementariedad entre el don que es el hombre y el don que es la mujer. El Papa Francisco es un ejemplo de quien sabe apreciar la contribución femenina. La dulzura, la ternura a las que siempre se refiere, son características más femeninas que masculinas».

«La capacidad de soportar, de acoger, de donar, son típicas de la madre, que da al mundo un hijo y después, cuando es el momento lo deja ir. Y esta capacidad tanto de apego como de desapego influye positivamente también en el gobernar.

Alguien me ha preguntado: «Cómo conciliar el amor y el gobierno». He respondido que no se puede gobernar sin amor. No se puede. Cuando se ejerce el poder sin amor, no es gobierno, es opresión».

 

 

 

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  • La presencia de la mujer en la Iglesia debe crecer sobre todo en el testimoniar su carisma específico, que es el de demostrar que el amor es más importante que el gobierno; que no se puede gobernar sin el amor».

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