«Queridísimos, reunidos en Budapest para celebrar el 40º aniversario del nacimiento de los ‘voluntarios’, les envío mi más cordial saludo.

No por casualidad, quisieron elegir, como sede de este importante convenio, a Budapest, la capital de Hungría, nación de la cual partió la primera chispa de esa realidad –una de las más florecientes expresiones del Movimiento de los Focolares– que habría de difundirse rápidamente en Italia, en Europa y en todo el mundo.

Fue nuestra respuesta a ese anhelo de libertad, ahogado con sangre, por quien quería arrancar a Dios de la sociedad y del corazón de los hombres.  Fue también nuestro eco al llamado apremiante, que el Papa Pio XII lanzó al mundo en aquella ocasión: ‘¡Dios! Este nombre, fuente de todo derecho, de toda justicia, de toda libertad, debe resonar en los parlamentos, en las plazas, en las casas y en las fábricas….’.

 Fue entonces que mujeres y hombres de todas las edades, nacionalidades, razas y condiciones distintas, unidos por el vínculo del amor recíproco, se unieron para formar un ejército de voluntarios: ‘los voluntarios de Dios

La historia la conocen o se les relatará  en estos días. Posiblemente haya entre ustedes  alguno que ‘esa historia’ la vivió en primera persona. ‘Voluntarios’, ¡la vocación de ustedes es magnífica!

A ejemplo de los primeros cristianos, porque son libres, por amor se hacen  esclavos de Jesús, que espera su testimonio en el mundo, justo allí donde Él no es conocido y no es amado.

Ustedes son ‘voluntarios de Dios’, por lo tanto nada les resulta imposible, porque Él está con ustedes. Aprovechen esta circunstancia para pedirle a Él y a ustedes  mismos cosas grandes. Pídanle el poder continuar desencadenando, a través de sus vidas, esa revolución evangélica basada en el amor, que el mundo espera.

Y no consideren  su vocación solo como algo de tipo espiritual o intimista. ¡Ya la espiritualidad de la unidad los abre a los hermanos! Pero ustedes están llamados a sumergirse en las estructuras de la sociedad que los rodea, ser la levadura divina que la pueda transformar en ‘humanidad nueva’ en sus varios mundos de actividad, también en la familia y en la Iglesia.

Quien  no se encuentra impedido por la edad u otros motivos, láncese en esta espléndida vocación laica confiada  justamente a los laicos. Pídanle a Dios que este mundo pueda cambiar también por medio de ustedes y no se den tregua hasta constatar  en él brotes duraderos. Todos en la Obra estamos con ustedes en este aniversario apoyándolos, tomando compromisos y lanzándonos.

Así como María en su Asunción llevó con Su cuerpo la creación al Paraíso,  también ustedes ambicionan llegar al Paraíso con un mundo renovado. ¡Vivan los voluntarios y las voluntarias, columnas de la Obra de Dios en sus expresiones más hermosas!

Con ustedes, Chiara»

Mensaje por el  40º aniversario del nacimiento de los “voluntarios de Dios”.

Rocca di Papa, 6 de noviembre de 1996 – leído por Dori Zamboni en Budapest, el 23 de noviembre de 1996.

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