En el 2011, 250 jóvenes han sido acompañados en sus recorridos escolares y formativos a varios niveles, desde las escuelas primarias hasta los cursos de especialización post-universitaria, en 14 países del mundo: Bosnia, Croacia, Macedonia, Moldavia, Rumanía, Serbia, Líbano, Filipinas, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay.

Permitir a los jóvenes estudiar y formarse profesionalmente es, sin duda, una inversión para el futuro. La experiencia de AMU y EdC muestra que ya en el presente se vive en comunión de intentos y bienes y se ponen en movimiento, en quien da y en quien recibe, dinámicas de reciprocidad.

Escriben, por ejemplo, desde Cebú, en Filipinas: «Cada sábado algunos estudiantes van a nuestro centro social para ser tutores de otros más pequeños: los estudiantes que asisten a la universidad ayudan a los de la escuela secundaria y los de la secundaria ayudan a los de primaria que tienen dificultades. En su tiempo libre ayudan también en la conducción de varios programas sociales del centro, limpiando los locales, dando de comer a los más pequeños, distribuyendo material escolar al inicio del año».

Y desde Brasil: «Tengo 20 años, 3 hermanos y el más pequeño sufre una discapacidad física. Esto nos hace estar más unidos en familia y nos hace crecer en el afrontar la vida con simplicidad y apertura a las necesidades de los otros. Al inicio de este año he entendido que podía vivir el Evangelio con más radicalidad, tanto en la universidad como en mi tiempo libre, y que esto, habría hecho la diferencia en mi vida. ¿Cómo poner en práctica esta decisión?. Me vino la idea de dedicarme a una actividad de voluntariado, porque así habría podido también yo participar en la reciprocidad típica de la EdC, de la cual recibo mi beca de estudio y ‘en cambio’ doy mi tiempo a otras personas que lo necesitan. Así he empezado a trabajar en una residencia de ancianos con más de 50 hospedados. Realizo con ellos actividades para mejorar la calidad de la vida. Me puse el objetivo de verlos no como ancianos  en general, si no conocer a cada uno con su historia de vida, su familia para entender lo que realmente desean ».

«Asisto a la escuela de enfermería de la universidad de Pará. La profesión que he elegido es una oportunidad para ponerme al servicio de los otros. Algunas veces me he encontrado en situaciones de riesgo de contagio, pero trato de intervenir siempre en favor de los que tienen necesidad. Una vez me encargaron cuidar a una persona que había cometido delitos. Para mí era simplemente una persona que tenía necesidad de curarse. Mi actitud llamó la atención de mis colegas haciéndoles reflexionar sobre el comportamiento que nuestra profesión requiere».

«Soy consciente que la EdC tiene como objetivo, más allá de la ayuda a personas con dificultades, también la “formación de hombres y mujeres nuevos”, por eso, trato de ser un signo de comunión entre mis amigos estudiantes haciendo circular entre nosotros los conocimientos y las experiencias de cada uno. No tengo libros míos, y trato de dejar en buen estado el material didáctico que se me ha dado en uso. Pero otros no tienen la posibilidad de comprar ni siquiera los apuntes, entonces comparto este material con ellos. Es esto lo que puedo hacer para que también otros puedan estudiar. Siento que las conquistas que hago con respecto al estudio no me pertenecen solo a mí, sino a todos los que colaboran en este proyecto»

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