La presidenta del Movimiento de los Focolares, Margaret Karram, responde a las preguntas de Insieme news sobre la delicada situación internacional, sobre el Camino sinodal, sobre la actualidad del “aquí estoy” de María y sobre la Tierra Santa.

Una mujer que experimenta desde siempre la unidad, el diálogo y la paz. Una constructora de puentes, tanto por el carisma que vive y representa como por sus raíces. Margaret Karram, presidenta del Movimiento de los Focolares desde el 31 de enero de 2021, estuvo en Pompeya  para un congreso sobre el 20º aniversario de la Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae de san Juan Pablo II.

Una visita que acontece en un momento de gran tribulación. El mejor momento para "confiar el mundo" a la Reina de la Paz y para trabajar por una renovada unidad. Una tarea que requiere esfuerzo, paciencia, pero que da alegría.

Margaret, ¿De qué manera la unidad podría favorecer los procesos de paz, internos y globales?

La unidad es construir relaciones verdaderas y sinceras; ante todo, es un don de Dios. Para que sea verdadera, y no solo una amistad, para entrar en esta escucha profunda, hay que poner algunas premisas: una contribución importante la obtenemos de nuestra vida interior y de la oración. Si cada uno de nosotros no tiene esta riqueza espiritual dentro, no puede construir una verdadera unidad.

Hace falta la amistad para construir la unidad, pero no basta. También hace falta una vida interior que nos enriquezca recíprocamente y nos haga entrar en la vida de la otra persona. San Pablo nos dice que hacerse uno con el otro es llevar las cargas de la otra persona, sus penas, sus alegrías. Hacerlo requiere esfuerzo y sacrificio, pero es realmente cierto que nos da alegría y paz. Creo que hoy en día eso es lo que más necesita el mundo.

Debemos saber construir una verdadera relación, un verdadero diálogo que nos lleve a aceptar la diversidad del otro, a no juzgar la idea diferente, sino acogerla. Esto es lo que nos hace construir un diálogo sincero, verdadero, basado sí sobre una amistad, pero sobre todo sobre algo espiritual. Si lo vivimos, hoy, estoy convencida de que muchas relaciones cambiarán y podremos pensar en una fraternidad diferente, en construir la paz.

La Iglesia está en el Camino sinodal. ¿Cuál es la contribución del Movimiento de los Focolares?

Muchos miembros del Movimiento en todo el mundo están insertados en contextos eclesiásticos locales. Ya allí damos un aporte específico siendo parte de la Iglesia local, pero también como espíritu y carisma de la unidad. En particular, para vivir y ser hijos de la Iglesia católica no basta con vivir internamente, con construir relaciones con los católicos; podemos contribuir a abrirnos a la unidad con las otras Iglesias, al diálogo con las otras religiones, al diálogo con las personas que tienen convicciones diferentes. Nuestro aporte es abrirnos a todas estas realidades para que la Iglesia incluya a todos, a todo el pueblo de Dios.

A nivel internacional, como Movimiento, hemos hecho un gran trabajo, recogiendo las sensibilidades y experiencias de diversas culturas. Recogimos todo y lo enviamos al Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, para que nuestra contribución específica llegase también a la secretaría del Sínodo. Este Camino sinodal es muy importante.

Estamos en Pompeya, en la casa de la Virgen María. Su sí, pronunciado encomendándose solo a Dios, sin certezas humanas y materiales, ¿qué nos dice hoy y qué camino nos muestra?

Considero un regalo estar en Pompeya. En este momento tan trágico y con tantas incertidumbres, estar aquí para pedir la intercesión de la Virgen me parece casi un momento querido por Ella en este preciso tiempo. Es cierto que María recogía todo en su corazón meditándolo cada cosa, pero también actuó en la historia, en los momentos difíciles de la vida de Jesús; actuó concretamente para ir a ayudar a su prima Isabel.

Que la Virgen nos ayude a comprender cómo actuar en este momento, con gestos concretos. Estamos aquí para pedirle que nos ayude a ser instrumentos de paz y a no tener miedo de la aventura que esto nos exige. Asumir riesgos forma parte de vivir por la paz. Quisiera que todos puedan contribuir y pedir la paz para el mundo.

La paz, el diálogo. Usted es originaria de la Tierra Santa. ¿Qué conserva en su corazón de aquellos lugares predilectos, pero siempre en el centro amargas y sangrientas divisiones?

Cuando conocí el Movimiento de los Focolares descubrí que la revolución que sentía dentro de mí para hacer justicia en mi país no era la de sangre. El Movimiento me ayudó a comprender que la verdadera revolución, la que me gustaría llevar al mundo, es la revolución evangélica: poner en práctica las palabras de la Escritura en mi vida diaria, no solo ir a misa el domingo o hacer obras de misericordia. Descubrí que el Evangelio no es solo algo espiritual, sino que también es una revolución social.  Nació dentro de mí el deseo de vivir así porque quisiera que mi tierra no fuera azotada por los conflictos, sino que volviera a ser santa. Es este el deseo que llevo en mi corazón y sigo esperando que sea así.

Fue una gracia haber vivido allí tantos años de mi vida. Cuántas veces pedí ayuda a la Virgen yendo a la Gruta de la Anunciación. Cuando vivía en Jerusalén, muchas veces fui al Santo Sepulcro a renovar mi compromiso cada vez que me sentía desanimada, decepcionada, sin esperanza, para decirle a Jesús: "Creo en esto y quiero contribuir con la cruz a redimir el mundo, quiero dar mi pequeño aporte; una gota junto a tantos otros que quieren vivir así...”.

Vivir en Tierra Santa te hace descubrir la humanidad de Jesús, no solo la persona divina; el contexto que vivió, lo que María vivió. El Papa Francisco nos dijo: "Dar a conocer Tierra Santa es transmitir el quinto Evangelio […], significa también hacer conocer a las personas que viven allí hoy la vida de los cristianos de las distintas Iglesias y denominaciones, pero también la de los judíos y musulmanes, para intentar construir [...] una sociedad fraterna". Esto es lo que realmente deseo a todos: aunque no todos vivamos en Tierra Santa, todos podemos ser peregrinos de esa paz y unidad que todos necesitamos.

Salvatore D’Angelo
Fuente: insiemenews

Ver entrevista completa en youtube (en italiano)

Ser peregrinos de paz y de unidad

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