La experiencia del focolar de Manaus ayudando a los sin techo. Un forma de ser Iglesia en salida, ir a las periferias existenciales y buscar a los más necesitados.

Hace algunos meses, un focolarino del focolar de Manaus, Brasil, sintió el deseo de hacer algo para ayudar a las personas que se encuentran en dificultades.  Para ello, contactó a varios sacerdotes y religiosas y se puso a su disposición. Después de alrededor de un mes nació la posibilidad de dar una mano en la “pastoral del pueblo de la calle”, o sea para ayudar a los sin techo. Todo el focolar se vio involucrado en ello:  Renzo, Daniel, Francisco, Valdir y Junior.

Todos los domingos por la noche en la plaza de la iglesia “Nossa Senhora dos Remedios”, en el centro histórico de la ciudad, uno de esos lugares bien concurridos durante el día y peligrosos de noche, empezamos a ayudar en la breve Celebración de la Palabra, luego en darles a los sin techo una comida y quedarnos con ellos para escucharlos.  Ellos rezan con nosotros y nos cuentan lo que viven durante la semana.

Hay algunos voluntarios que les dan la comida y luego se marchan rápidamente. Los sin techo nos reconocen y nos agradecen pues para ellos estar juntos, rezar, hablar, comunicar la vida de cada uno y ser escuchados les sacia el alma como una comida lo hace con el estómago. Muchas veces nos lo han dicho.

Nuestra presencia es una consecuencia del amor, del hecho de estar siempre disponibles para intercambiar alguna palabra y crear relaciones con todos, y también con el equipo de la pastoral.

Pero todo ello no es suficiente. Por lo tanto, todos los viernes por la tarde, nos ofrecemos para ayudar a los sin techo para que se puedan duchar y cambiarse, con ropa que personas generosas nos donan.

Hemos involucrado en esta acción a la Comunidad de los Focolares también, para recolectar ropa, zapatos, pantuflas… y es muy sugestivo ver la sensibilidad con relación a esta actividad y también es muy bonito recibir comentarios positivos todas las veces que comunicamos esta experiencia.  Muchos nos alientan a continuar o vienen a ayudarnos.

Con el aislamiento obligatorio a causa del Covid lamentablemente se han interrumpido varias actividades en favor de los más pobres.

Entonces, tuvimos un encuentro online para decidir qué hacer y estaba presente también el arzobispo Mons. Leonardo Steiner. Impactado por esta situación, nos donó una suma de dinero para que pudiéramos seguir ofreciendo una comida al día, durante 20 días, para doscientas personas, repartidas en dos grandes plazas del centro histórico.

Sin duda, trabajar dos o tres horas con todo el equipamiento de seguridad necesario y el calor de Manaus es bastante agotador, pero también es una manera concreta de ir a las periferias existenciales, ir a buscar a los más necesitados, los predilectos del Padre, ofreciendo el dolor de poder hacer tan poco frente a este Jesús Abandonado que presenta muchísimas necesidades. Nos duele que no podemos hacer más por ellos, más que brindarles una sonrisa, escucharlos y darles nuestro amor.

La Providencia, además, no falta nunca. De las autoridades del Ministerio del Trabajo, nos buscaron para darnos dinero y recursos para garantizar trescientos almuerzos durante 15 días  más. Ello significa más trabajo para nosotros voluntarios, pero no se le puede decir que no a una providencia tal y además creemos que Dios se nos manifestará para darnos energías, salud u otros voluntarios que nos ayuden.

 

Los focolarinos del focolar de Manaus

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