20120330-scuola-santa-maria_mg_1374¿Una gota en el océano o un signo profético? En las varias latitudes del planeta se encuentran admirables iniciativas sociales, también obra del Movimiento de los Focolares, que hacen brotar esta pregunta. Al pasar el portón de entrada de la Escuela Santa María y al apreciar el esfuerzo organizativo y económico – en una zona rural caracterizada por la pobreza, la sequedad, los pies desnudos -, inevitablemente aparece esta pregunta.

La escuela está ubicada a pocos centenares de metros de la ciudadela de los Focolares “El Diamante”, que queda a 50 Km de Puebla, y es una aventura educativa ya consolidada, con veinte años de experiencia. La escuela ya se puede jactar de tener tres ex alumnas, ya laureadas y que ahora son docentes.

20120330-scuola-santa-maria_mg_1446Y son muchos más los resultados cuando pasa así, como es en este caso, que un proyecto educativo atienda a la persona en su dimensión integral. Ojos bajos, sentido de inferioridad, baja estima, resignación, son las características de la vida de la población con respecto a las clases sociales superiores. Santa María es uno de esos lugares donde en cambio, los niños te miran a los ojos en una relación abierta e igualitaria, sin esconder su propia condición.

“El intento –nos explica María Teresa Sánchez, una de las coordinadoras de la escuela-, es hacer tomar conciencia de la dignidad personal, valorando a cada uno y logrando que surja su potencialidad”. Laura Romo, otra coordinadora agrega: “Desarrollamos la creatividad en la lógica de la cultura del dar, privilegiando la sociabilidad y la cooperación por encima del individualismo y la competitividad”

En los últimos veinte años, más de 7.500 jóvenes han recibido esta educación escolar y una formación humana y civil que está influyendo en el ambiente y en sus familias de  origen, con frecuencia llagadas por el alcoholismo del padre y por la violencia hacia la esposa y los hijos. Entre todos estos alumnos 110 llegaron a laurearse y ahora son profesores, ingenieros, abogados, que no olvidan lo que han recibido, de forma que también  se organizó una red de ex alumnos. La experiencia de Santa María, a decir la verdad, ha también contribuido a la elección de una vida de donación: dos eligieron el focolar, una eligió el convento, otro el seminario.

Incluso sin laurearse, todos los demás se abrieron camino aportando  una nueva sociabilidad. Es una cultura que anima a las chicas a romper la costumbre de  estudiar lo estrictamente indispensable. Los estudiantes de este año son 404, desde el pre escolar al liceo. Las niñas más chiquitas, electrizadas por el acontecimiento, de la llegada de Giancarlo Faletti al complejo escolar, saltan como grillos, teniendo en la mano brillantes pompones rojos. Se abren los festejos por su visita. Hay también un buen número de padres.

Aquí no se habla tanto de un cuerpo docente sino de una comunidad educativa, donde también los padres están llamados a la responsabilidad, cuidando la higiene, la vestimenta, la educación de los hijos y siguiendo también un curso en la escuela para poder acompañar a sus hijos. Este es un compromiso que no todas las parejas desean asumir, pero es como un reglamento del ingreso o permanencia en la Santa María.

180 son los alumnos que reciben ayuda del Sostén a Distancia que promueve la Asociación Familias Nuevas de los Focolares, pero también sus padres son invitados a colaborar en la escolaridad de sus hijos, de manera que estén responsabilizados, siguiendo la lógica presente en la Santa María. Y en efecto los papás han respondido de varias maneras, por ejemplo construyendo el cerco que rodea la Escuela o colocando el piso en algunas partes externas de los edificios.

Giancarlo Faletti, luego de haber visto varias danzas folklóricas, canciones e intervenciones de directivos o profesores, expresó su admiración sin medias palabras: “La Presidente María Voce habría gozado profundamente si hubiese podido estar aquí. Ustedes son un ejemplo y un estímulo para vuestro País. Son un gran regalo. Existe un vínculo grande y profundo entre escuela, padres e instituciones, que permite desarrollar lo mejor de cada alumno”. Hace veinte años, con la generosidad de muchas familias, se compró el terreno y con el sostén de la Asociación mundo unido de Luxemburgo,  se construyó todo el complejo educativo. ¿Gota en el océano o signo profético?

 Paolo Lóriga, enviado

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