Se ubica entre el océano Pacífico al oeste y el mar Caribe por el este. Limita con Honduras, al norte, y con Costa Rica, al sur.

La población de alrededor de 5 millones y medio de habitantes es de naturaleza multiétnica. El nicaragüense es una persona creyente y solidaria, muy sensible ante el dolor, con mucha esperanza en construir un mundo mejor. Es un pueblo de fe. En el tiempo en que el sandinismo (1979-1990)  quiso borrar de sus corazones la fe en Dios, se dio cuenta muy pronto que podía dejarlos sin pan, pero no sin Dios.

El inicio de la vida del Movimiento en este país coincide, justamente con este período difícil.  Desde 1980, fecha de la apertura de un centro en México,  se hacen viajes a los varios países de Centroamérica, entre los cuales Nicaragua.

En ese momento de lucha y dolor, la Espiritualidad de la unidad  es una semilla que cae en buen terreno, preparado por el amor de Dios, a pesar de las dificultades. Muchas personas, en particular jóvenes, comienzan a comprometerse a vivir para llevar el amor y la unidad  a la sociedad que los rodea.

Creer en el amor de Dios en lo cotidiano, incluso en la muerte de uno de los jóvenes lanzados a vivir por la unidad, y descubrir el rostro de Jesús en el hermano es una experiencia viva en la pequeña comunidad que comienza a reunirse. El Cardenal Miguel Obando y Bravo, Arzobispo de Managua y otros Obispos dan su bendición y animan a los jóvenes a seguir adelante. Se permanece en contacto con ellos a través de la “Palabra de Vida”.

En 1989: se abre el primer focolar femenino en San Salvador y desde allí se visitará este país, viajando 10 ó 12 horas. Es muy frecuente el contacto epistolar.

En los últimos años ha crecido la comunidad y está compuesta por jóvenes, adultos, familias, sobre todo en Managua, la capital. Los miembros del Movimiento en Nicaragua son alrededor de 200.