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En la familia o en los lugares de trabajo compartir lo que tenemos y lo que somos puede contribuir a crear relaciones nuevas.

Un cambio de regalo
Se acercaba nuestro aniversario de matrimonio y, sin que supiéramos nada, nuestros hijos nos prepararon una sorpresa. Estoy casada desde hace 46 años y tengo cinco chicos. Dos días antes de nuestro aniversario nos regalaron boletos para un viaje, eran unas vacaciones en un hotel que ellos nos pagaron. Estábamos radiantes. Pero pocos minutos después, sonó el teléfono de casa, era una señora que conozco, que me contaba muy triste, acerca de una persona que estaba gravemente enferma y tenía necesidad de hacer una operación urgente, pero no tenía la disponibilidad económica para pagarla. El importe necesario para la operación era precisamente igual al de los dos boletos del viaje. No lo pensamos dos veces, renunciamos a las vacaciones para ayudar a esta persona. La intervención quirúrgica fue precisamente el día de nuestro aniversario. Todo salió bien y ahora la persona está mejor.
(A. – Angola)

Salvar la empresa
Trabajo en el área administrativa de una institución de salud cuyo balance, en los últimos años, había cerrado en déficit. Entre los socios administradores, hasta hace poco tiempo, había graves dificultades de diálogo y a pesar de mis señalamientos de alarma ninguno tomaba en consideración la posibilidad de revisar la administración y las cuentas de la empresa. Un día sentí que no podían seguir callando ante la mala administración y los honorarios excesivos de varios profesionales qué trabajaban para nosotros. Me puse de acuerdo con una de las socias con quien tengo una relación de confianza y pedimos que se hiciera un análisis de los costos y las ganancias por parte de un profesional experto. Fue una acción que permitió dar pequeños pasos para mejorar, y después de la primera decisión de cerrar la actividad, mi jefe concedió otro año de prueba. Ya en el primer examen de las cuentas se hizo evidente el exceso de personal, por lo tanto se tomó la decisión de despedir a una persona y reducir a medio tiempo a otra. Propuse una reducción de horas para todos en lugar de despedir a una persona. La propuesta fue aceptada. Los problemas todavía son muchos, pero trato de estar disponible, también cuando estoy en mi casa, para escuchar a todos, acoger la incertidumbre y los temores de los colegas, sobre todo el temor de perder el trabajo.
(R. G. – Italia)

Empecé en mi edificio
“Un sábado en la tarde bajé a la calle donde está mi edificio y ordené con cuidado en una pequeña mesa todo lo que había encontrado en mi habitación”, cuenta G de 7 años. De hecho los días anteriores había elegido con cuidado libritos de comiquitas, revistas y su colección de conchitas para preparar un pequeño mercadito para sus vecinos. “También escribí un anuncio –continua- para invitar a las familias que viven en mi vecindario para que visitaran mi punto de venta y vinieran a comprar, regalándome algunos minutos de su precioso tiempo. Durante unas dos horas acogí a las personas y les expliqué que la ganancia de la venta era para ayudar a algunos de mis coetáneos más pobres”. Muchos compraron varios objetos y al final obtuvo una buena ganancia, que se transformó en aporte para un proyecto de solidaridad.
(G.- Italia)

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