En el encantador contexto de la pequeña ciudad suiza de Einsiedeln, con sus prados verdes, el lago y la Abadía milenaria, tuvo lugar el encuentro anual de los responsables de los sacerdotes voluntarios, pertenecientes al Movimiento de los Focolares. 60 participantes de 11 naciones europeas, más un representante de Brasil y uno de Filipinas.

Einsiedeln representa la última etapa de una peregrinación ideal para redescubrir las raíces del carisma de la unidad y la evolución de la vocación de los sacerdotes voluntarios como una de las muchas ramificaciones del los Focolares.

Trento (2009), Ottmaring (2010), Loreto (2011), Budapest (2012), Einsiedeln(2013), cada uno de estos lugares representa una etapa significativa de la historia del Movimiento. En especial Einsiedeln y la cercana Oberiberg, donde Chiara Lubich y sus primeras compañeras, al inicio de los años ’60, comprendieron en forma nueva los aspectos del carisma que hoy caracteriza la vida de los Focolares.

Mediante las meditaciones y la visita a los lugares recorridos por Chiara y el primer grupo, «Redescubrí la belleza del ideal de la unidad –dijo uno de los participantes- y quiero difundirlo con la vida y el testimonio del amor recíproco vivido en la cotidianidad».

Desde esta óptica, se tuvo una mayor comprensión del significado elegir y volver nuevamente a esos lugares que están en “las periferias existenciales” para irradiar la luz del Evangelio, en la Iglesia y la humanidad. “Fue como escuchar un concierto –así se expresó otro participante- que te sorprende por las nuevas notas que se descubren. Queremos empezar del Evangelio, como esencia de nuestra vida y no de las actividades por hacer; estos día se volvieron para mí como un ‘trampolín de lanzamiento’ para arrastrar a tantos a Dios”».

Otro punto central del encuentro fue el hoy del Movimiento de los Focolares y el papel de los sacerdotes voluntarios. Nos sirvieron de guía las distintas intervenciones de María Voce, presidente de los Focolares, durante este último año.

la Abadía benedictina

Junto a los “lugares de la memoria” del Movimiento,fueron de gran interés las visitas a algunos lugares histórico y culturalmente significativos de Suiza: la Abadía benedictina, con sus siglos de tradición espiritual y teologal; el pueblo natal de San Nicolás de Flue y su experiencia mística. El patrón de Suiza sorprendió a todos por su alto simbolismo en la historia de la Confederación Helvética, en una síntesis sorprendente entre espiritualidad, cultura y política; y todavía, la Zurich “reformada” de Huldrych Zwingli, con su vivo llamado a la unidad improrrogable entre las confesiones que se refieren al único Evangelio.

«Como sacerdotes de la Iglesia –concluyeron-, unidos espiritualmente por un carisma para los tiempos modernos, sentimos en forma nueva la responsabilidad delante de la humanidad de hoy: una divina aventura que el Espíritu nos empuja a recorrer».

 

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