Ya desde los años ’50 muchos sacerdotes diocesanos fueron atraídos por el espíritu de unidad que caracteriza el Movimiento de los Focolares, impregnado en el mandamiento del amor recíproco. Allí encontraron una respuesta del Espíritu a la “corriente” de renovación que está atravesando la Iglesia y que encontró un punto focal en el Concilio Vaticano II.

La participación en el Movimiento no los distrae de la vida de sus diócesis, sino que los estimula, entre sus normales actividades, a proponer y hacer crecer el espíritu de unidad entre todos, a partir del presbiterio diocesano, en pleno acuerdo con el obispo y abiertos a un diálogo universal.

En Jesús crucificado y abandonado, fundamento de la espiritualidad de la unidad, ellos encuentran el camino y la medida para vivir el propio ministerio como puro servicio: dando la vida por todos. Él, en efecto, es el “sacerdote” por excelencia, aquel que genera la Iglesia, haciendo de ella “la casa y la escuela de la comunión” como fermento de fraternidad para toda la humanidad.

El primer focolar de “sacerdotes y diáconos focolarinos” nace en Roma, en el 1964. Hoy son más de 200 en el mundo, compuesto por sacerdotes diocesanos y diáconos permanentes, que se empeñan en vivir la unidad que Jesús pidió al Padre (cf. Jn 17), con espíritu de pobreza, castidad y obediencia. Donde la situación lo permite, hacen vida común. En todo caso realizan entre ellos una intensa fraternidad que testimonian en su ministerio.

Otra forma de empeño son los “sacerdotes y diáconos voluntarios” que se encuentran regularmente en “núcleos” y se comprometen a animar con el espíritu de  unidad las diferentes articulaciones de la Iglesia y los distintos campos de la pastoral: desde la evangelización al testimonio de la caridad, de la liturgia a los mundos de la familia y de los jóvenes.

En el año 1968 Chiara Lubich lanza para los seminaristas el Movimiento gens (generación nueva sacerdotal) presente actualmente en aproximadamente 400 seminarios de los cinco continentes. El empeño de poner Dios en primer lugar salva muchas vocaciones y suscita otras. El amor recíproco hace descubrir con una luz nueva el celibato: vivir como Jesús para hacer de la humanidad  una familia.

Alrededor de los sacerdotes y de los gens nace el Movimiento sacerdotal, que alcanza unos 20.000 sacerdotes e incluye también a ministros de distintas Iglesias cristianas que quieren compartir el espíritu y la vida del Movimiento. Este ofrece encuentros, momentos de intercambio, de comunión y de formación con otros sacerdotes, diáconos y seminaristas: junto a ellos se desea irradiar la “luz” del amor evangélico en cada expresión de la vida eclesial.

Surgen así comunidades que tratan de reflejar el estilo de las primeras comunidades cristianas. Como fruto de esta irradiación, Chiara funda el Movimiento parroquial y el Movimiento diocesano.

El Centro internacional de espiritualidad para sacerdotes, diáconos permanentes y seminaristas, con sede en la ciudadela internacional de Loppiano (Florencia), acoge durante el período de un año o seis meses a quienes, con el consentimiento de sus Obispos, desean experimentar una “escuela de vida”, donde las horas de trabajo se alternan con los momentos dedicados a la profundización de la espiritualidad de la unidad y de su concretización a nivel personal, eclesial y social.

Similares caminos formativos son ofrecidos en otros Centros de espiritualidad, en las ciudadelas del Movimiento en Asia, África, América Latina y también en Europa.

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Contacto:

Centro internacional sacerdotes y diáconos focolarinos: centro.sac.foc@focolare.org

Centro internacional sacerdotes y diáconos voluntarios: centrosacvol@focolare.org

Movimiento gens: gens@focolare.org

Movimiento sacerdotal: movimento.sacerdotale@focolare.org