Movimiento de los Focolares

Obispos de varias Iglesias en Rumania, acogidos por el Patriarca Ortodoxo Teoctist I

Sep 26, 2005

Ecumenismo

 Acogiendo la invitación del Patriarca ortodoxo de Rumania, Teoctist I, y de su Sínodo, el anual Congreso internacional de los obispos de varias Iglesias, amigos del Movimiento de los Focolares, esta vez ha sido hospedado en Bucarest, en un país considerado, por varios motivos, puente entre Oriente y Occidente. El mismo Patriarca ha abierto el Congreso la mañana del 21 de septiembre.

Los obispos presentes en Bucarest provienen de 19 países. La Iglesia Ortodoxa está representada por obispos del Patriarcado ecuménico de Constantinopla, por los Patriarcas de Antioquia y Rumania, de la Iglesia ortodoxa de Serbia, República Checa y Eslovaquia. Los exponentes de la Iglesia siro-ortodoxa provienen de Siria, India y Holanda. Están representadas además la Comunión anglicana (Inglaterra e Italia), las Iglesias evangélico-luteranas de Alemania, Suecia, Noruega, Gran Bretaña, Rumania y Estados Unidos, la Iglesia metodista (Brasil). Además de 10 obispos católicos de varios países.

“La presencia del Resucitado en medio de su pueblo: centro de la vida eclesial y fulcro de nuestro testimonio común”, es el centro de las reflexiones del Congreso, como reza el título. Es este misterio de Jesús, que se hace presente, como ha prometido, entre “dos o tres reunidos en su nombre”, que los obispos desean profundizar como camino para la comunicación de la fe en el tiempo presente y para una comunión cada vez más plena de la Iglesia de Cristo. Se intercalaron temas de profundización teológicos y espirituales, y no faltó el diálogo y el intercambio de experiencias que demuestra la acción del Resucitado en la vida cotidiana en los diversos ambientes.

Sobre esta ‘presencia’, Chiara Lubich ha dado un importante aporte con una conversación videogabrada, precisamente porque esta presencia de Jesús en la comunidad es lo específico de su Carisma de unidad.

El encuentro con la vida monástica, la liturgia, la iconografía oriental, tan vivamente presentes en Rumania, han sido de estimulo y enriquecimiento y ha favorecido una comunión más profunda con la Iglesia rumano-ortodoxa y con las otras Iglesias presentes en esa tierra.

Al mismo tiempo, los obispos provenientes de diversos continentes, han podido ofrecer su testimonio de comunión fraterna a este pueblo que ante el grito “unitate, unitate” ha sabido dar un impulso inolvidable a la causa de la unidad de los Cristianos, cuando Juan Pablo II, en 1999 visitó ese país.

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