Refiriéndose al diálogo ecuménico, Chiara Lubich acostumbraba hablar de diálogo de la vida, de pueblo. Es decir, de algo que naciera no solo de la reflexión teológica sino del estar codo a codo, del verse todos los días, y que el banco de prueba fuera la misma vida que pone en práctica las enseñanzas del Evangelio, común a todos los cristianos, sobre el amor al prójimo, un amor que no conoce límites eclesiásticos, ni de ningún tipo. Se refería así al consenso popular que nace en un contexto de este tipo. Chiara Lubich dijo: “Sabemos que en la historia otros emprendimientos ecuménicos fracasaron, porque faltaba este consenso, esencial en la unidad” Cuando el Movimiento de los Focolares comenzó a extenderse in
Alemania, los contactos con los miembros de otras iglesias fueron inmediatos. Y más tarde cuando además pareció factible construir allí una ciudadela tomando como modelo la ciudadela de Loppiano, nacida en Italia, pero que fuera habitada por luteranos y católicos, la idea pareció que respondía a ese sueño de una convivencia caracterizada justamente por el amor cristiano. En 1968 esta idea se cristalizó en Ottmaring, cerca de Augsburg. La ciudadela se compone de unas treinta construcciones y un centro de espiritualidad al servicio de muchos visitantes que vienen a comprobar en el propio lugar esta original convivencia ecuménica. Lo que caracteriza la vida en el Centro ecuménico es la unidad en Cristo y la diversidad eclesial, en un espíritu de reconciliación. En Ottmaring viven casi 140 habitantes, que pertenecen al Movimiento de los Focolares y a la Fraternidad de vida comunitaria (Bruderschaft von gemeinsamen Leben) que tiene sus orígenes en el mundo evangélico. En ambos grupos hay jóvenes, adultos, familias y comunidades. Todos provienen de experiencias de fe y de tradiciones eclesiales profundamente distintas. Están también representadas numerosas naciones, una diversidad que enriquece. El domingo 22 de enero se desarrolló, en la ciudadela, el acostumbrado encuentro de la Semana por la unidad de los cristianos llamado “tarde ecuménica”. El obispo luterano Johannesdotter realizó un informe, ante la presencia de miembros de las comunidades evangélicas y católicas.
Sanar las heridas que encontramos en los demás
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