«Es verdad, el Espíritu Santo suscita los diferentes carismas en la Iglesia; aparentemente, esto parece crear desorden, pero en realidad, bajo su guía, constituye una inmensa riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de la unidad, que no significa uniformidad. Sólo el Espíritu Santo puede suscitar la diversidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, obrar la unidad».
Estas palabras del papa Francisco pronunciadas en la Catedral del Espíritu Santo de Estambul ante unos mil fieles de la variada Iglesia Católica, nos han dado una grandísima alegría. Además, han confirmado en nosotros la convicción de que en esta tierra, la presencia del Movimiento de los Focolares, aunque es pequeña, tiene una razón de ser y de proseguir en el camino emprendido ya hace muchos años, cuando, en 1967, llegó el Focolar a petición del patriarca Athenágoras.
¿Pero cómo hemos vivido estos días?
¡Con muchísima alegría y emoción! Naturalmente estuvimos involucrados en la preparación, tanto con la Iglesia católica como con la oficina de prensa, a petición del Patriarcado. Gracias a la relación familiar que tenemos con el patriarca Bartolomé, pudimos decirle personalmente que lo acompañaríamos con nuestras oraciones. Y fuimos testigos directos de su alegría creciente, de su amor por el papa Francisco y ¡de su pasión por la unidad!
Dos focolarinas se encargaron de arreglar el alojamiento del Santo Padre en la Nunciatura y estuvieron presentes en la misa privada, el domingo en la mañana. Junto a la bienvenida del Movimiento en Turquía, le hicimos llegar al Papa notas y regalos de nuestras amigas musulmanas. Después asistimos a la misa en la Catedral –donde concelebró un focolarino sacerdote-, y el domingo en la mañana participamos en la liturgia del Fanar.
El mensaje de fraternidad y de búsqueda de la unidad a todo nivel que el papa Francisco deja en Turquía, centra exactamente la cuestión de fondo de este “país-puente” y de su variada población.
Sin duda el suyo es un mensaje ecuménico; como subraya la oración ecuménica realizada en la Iglesia Patriarcal de San Jorge, en donde, al final pidió al Patriarca y a toda la Iglesia de Constantinopla que “me bendiga y también a la Iglesia de Roma”.
Es precisamente en el escenario del diálogo entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa de estos últimos años, a veces marcada por el cansancio y el aparente inmovilismo, que se coloca la presencia del Movimiento de los Focolares en este lugar.
Podemos decir que tenemos el beneficio de una relación privilegiada con el Patriarca y con muchos metropolitas, heredado de lo que Chiara Lubich sembró en sus viajes a Estambul. Nuestras relaciones de comunión sencilla y sincera, sin embargo, no se limitan a la jerarquía, sino que las hemos establecido con muchos hermanos y hermanas de la Iglesia ortodoxa.
A la luz de lo que ha sucedido en estos día lo que nos parece entender es que el signo evidente que han dado los dos líderes religiosos impulsa a seguir avanzando en el camino hacia la unidad sin sucumbir ante el esfuerzo que implica y nos invita saber asumir los desafíos para dar juntos respuestas y soluciones que hoy en día urgen. El Papa y el Patriarca han demostrado estar más allá, si bien son realistas. Y esto lo demuestra lo que dijeron a través de las palabras y los gestos, después de su declaración conjunta.
Durante el vuelo de regreso, el papa Francisco recalcó con fuerza que, en este camino por la unidad, sólo lo que viene “del Espíritu Santo es justo, porque Él es sorpresa;… es creativo”. Esta consigna liberadora y alegre nos indica un camino claro: estar abiertos, estar atentos a los signos que el Espíritu nos hace percibir; poner en juego la fantasía, las potencialidades personales y de grupo; aprovechar todas las oportunidades que nos ofrece el complejo contexto en el que vivimos, no sin dificultades, para permitirle a Él que actúe.
Fuente: Focolar de Turquía
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