
Desde la izquierda: Natalia Dallapiccola, Peppuccio Zanghì, Luce Ardente
«Cuando Luz Ardiente empezó a dar testimonio del Ideal de la unidad entre los monjes budistas, Giuseppe Maria Zanghì, Peppuccio para muchos, quien falleció en estos días, lo definió “Un nuevo san Pablo para el budismo”.
Escribe Luigi: sabiendo cuanto era difícil, para un monje, hacer parte de un movimiento cristiano y extranjero, tenía mis dudas con respecto a la posibilidad de que se concretara su afirmación. Exactamente 20 años después, puedo decir que esas palabras se están realizando.
Todo empezó en 1995, cuando un monje budista apareció por primera vez en el centro del Movimiento de los Focolares. En ese entonces se llamaba Phramaha Thongrattana Thavorn. Había llegado a Roma para acompañar a uno de sus discípulos, Somjit, quien estaba haciendo la experiencia como monje por un breve periodo antes de casarse, siguiendo así la tradición de todos los jóvenes budistas. En esa ocasión, Phra Mahathongrat, que significa ‘oro fino’, conoció a Chiara Lubich quien lo impresionó profundamente. Ella también quedó impactada por esta persona y, bajo su pedido, le dio un nombre nuevo: Luz Ardiente.
En todos estos años, desde que lo conozco, -continua Luigi- nunca había notado en él una fuerza y entusiasmo tan fuertes como en estos días, al anunciar la fraternidad universal, el ideal de ‘mamá Chiara’ (como la sigue llamando). Hoy, en una ceremonia importante, a la que Luz Ardiente me invitó, ante más de 120 monjes, entre los cuales estaban las más altas autoridades budistas de la región, Luz Ardiente pidió la palabra, dando espontáneamente, pero con mucha claridad, el testimonio de su experiencia con Chiara Lubich y con el Focolar, diciendo abiertamente que él es un miembro de la gran familia de Chiara esparcida en más de 120 naciones con millones de miembros.
Los monjes escucharon, para nada molestos: a algunos les pareció divertido, a otros les llamó la atención, algunos quedaron perplejos, como es normal en cualquier ‘comunidad religiosa’. Antes, durante y después de la ceremonia, Luz Ardiente quiso saludar a cada uno, dejando a un lado, a menudo, las reglas, y manifestó el máximo respeto y cariño hacia los monjes más ancianos.
En estos días, Luz Ardiente ama repetir: «Para mí ha llegado el momento de decir a todos los budistas cuánto bien mamá Chiara hizo a mi vida como monje. Yo siento que ella sigue dándome un impulso interior y una fuerza para llevar a todos el ideal de la fraternidad entre las personas».
La muerte de Peppuccio – quien trabajó mucho para el diálogo interreligioso – , el inicio del proceso de beatificación de Chiara, son momentos fuertes e importantes, no sólo para nosotros cristianos, sino para todos los miembros del Movimiento.
Después del 14 de marzo de 2008, día en el que Chiara dejó esta tierra, Luz Ardiente dijo: «Chiara ya no pertenece sólo a ustedes cristianos. Ahora ella y su ideal son un legado para la humanidad entera». En estos días, que definiría especiales, hechos como éstos atestiguan que aquellas palabras de Peppuccio se están realizando ante nuestros ojos.
Siguiendo por internet la ceremonia de apertura de la causa de beatificación de Chiara Lubich, Luz Ardiente comentó: «Ahora tenemos que testimoniar, aún más, juntos, la santidad de Chiara».
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