Movimiento de los Focolares

Vivir el Evangelio como los primeros cristianos

Jul 4, 2014

El testimonio de Violeta Sartori, una de las protagonistas en el comienzo de las primeras comunidades de los Focolares alrededor de Trento, donde nació el Movimiento.

20140630-01«Conocí a Chiara Lubich poco después de que terminó la guerra. Fui a Trento donde estaban esas chicas de quienes se decía que “vivían el Evangelio como los primeros cristianos”. Las palabras de Chiara me hicieron entrar en crisis. Provenía de una familia cristiana y estaba en la Acción Católica, pero me di cuenta de que mi religiosidad tenía poco de cristiana, porque prácticamente no vivía el Evangelio. Con nuestro grupo a menudo íbamos a Trento y también Chiara venía a Rovereto, nuestro pueblo, a visitarnos. Nos hablaba del Evangelio y hacía que nos enamoráramos de Jesús. Enseguida, en Rovereto se formó  una comunidad de la que formaban parte el director de la compañía telefónica, la profesora de matemáticas, el zapatero, el relojero, un papá, una mamá, chicos y chicas. Eramos muchos  y realmente nos queríamos. Cada tanto nos encontrábamos como comunidad y tratábamos de asumir siempre un nuevo compromiso de vivir el Evangelio, cambiando nuestras vidas y ocupándonos de los necesitados que nos rodeaban.

ViolettoSartori

Violetta Sartori

Un día, una amiga nos hizo conocer a un joven que había sido herido durante la guerra: una bomba le había explotado en la cara y se había quedado ciego. Cada vez que participaba en nuestros encuentros nos decía: “¡Qué baño de luz!”.  Tratábamos de comunicar nuestro descubrimiento, “Dios nos ama inmensamente”, a cada persona que encontrábamos. Muchos sintieron el llamado a seguir a Dios.   El Ideal de la unidad se expandió y la comunidad era visible. Había quien nos acogía y quien nos criticaba, y decía que éramos exagerados. Recuerdo que una vez, Chiara vino a hablar en un teatro y había muchas personas. Algunas personas la aceptaron y otras la criticaron. Igino Giordani, escribió en un periódico de Trento un artículo con el título “Los bomberos”. Él decía que los bomberos son los que apagan el fuego, que basta que vean el fuego un poco encendido, en el corazón de las personas, y están listos con las mangueras de agua para apagarlo. Ellos son como un ejército de personas que marcan el paso, es decir, se mueven, pero no avanzan. Pero Chiara explicaba que nosotros no podemos conocer el designio de Dios sobre cada criatura. No podemos juzgar por la apariencia, sino amar, amar, amar siempre. Estar siempre disponibles. Recuerdo otra oportunidad en la que Chiara dijo que a menudo sentimos que somos  nada, unas pobres personas. Pero Jesús dio la vida, murió por cada uno de nosotros: Es como si alguien viniera y nos trajera un regalo precioso –decía- y nosotros lo dejáramos de lado llenándose de polvo, sin tenerlo en cuenta  y seguimos sintiéndonos pobres”. En fin, nos animaba a apuntar a la misericordia y al amor de Dios por cada uno de nosotros. Y así, poco a poco, Chiara llenaba nuestros corazones del amor por Jesús y nosotros lo comunicábamos a muchos otros». (Testimonio contado durante el encuentro de los representantes de las comunidades locales de los Focolares en el mundo – Castelgandolfo, 29 de mayo de 2014)    

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