Summer school“Las personas que forman parte del Movimiento de los Focolares tratan sobre todo de poseer la sabiduría cristiana (…) También intentan estar unidas entre ellas para que Cristo, presente por el amor recíproco, pueda llenar de su Luz el propio pensamiento” .  El primero y el último párrafo del artículo 64 de los Estatutos del Movimiento, expresan la raíz del pensamiento de Chiara Lubich.

Toda gran corriente de espiritualidad tiene en sí la capacidad intrínseca de provocar una revolución cultural, gracias a la cual las intuiciones y las verdades comprendidas se traducen en un cuerpo doctrinal que contribuye a la formación del pensamiento y de la crítica en todo ámbito del saber. Es así también para el Carisma de la Unidad, cuya profundización doctrinal está poniendo de relieve una síntesis cultural original, donde los ámbitos del saber reencuentran su armonía y cohesión.

Una vez más es necesario remontarse a la historia, a aquellos “primeros tiempos” en la ciudad de Trento. Ya en 1944 Chiara Lubich, apasionada por la Filosofía y la Teología, inscrita en la Universidad de Venecia, comprendió que tras el desarrollo del naciente Movimiento había una petición bien precisa por parte de Dios: poner los libros en la buhardilla. Chiara contó este episodio en 1980: “Sedienta de verdad, la había buscado de manera absurda en el estudio de la Filosofía cuando en cambio la podía encontrar en Jesús, la Verdad encarnada. Y dejé de estudiar para seguir a Jesús (…) después de esa elección, que Dios me pidió, la luz llegó realmente abundante”.

Habiendo puesto a Dios en primer lugar, Él se convirtió en el Maestro que hizo descubrir cada vez más a Chiara y a la comunidad del Movimiento que poco a poco crecía, la realidad creada, descubriendo la inteligencia del hombre como manifestación del amor de Dios.

La experiencia intelectual se convirtió así en una de las expresiones y de los efectos del amor hacia Dios y hacia los prójimos. Empezó a forjarse un pensamiento que tenía su raíz en la vida y al mismo tiempo la alimentaba.

Y se volvió a tomar los libros. En 1950 Chiara sintió la necesidad de volver a estudiar: “Sentía la necesidad de apoyar las muchas intuiciones de aquel período sobre una base segura”, dijo, y lo hizo ayudada por algunos estudiosos, en especial por D. Pasquale Foresi.

Chiara Lubich, Washington, November 2000En los años siguientes algunos miembros del Movimiento emprendieron estudios en varias disciplinas, científicas o humanistas: “Si los que estudian viven la espiritualidad de la unidad, por la presencia del Resucitado en medio de ellos, cada disciplina se reviste de novedad, la misma que proviene del Espíritu”. Así lo subrayó Chiara Lubich en Noviembre del 2000, al recibir el doceavo doctorado Honoris Causa, por parte de la Universidad Católica de Washington D.C.

Especial fue la profundización continua en el campo teológico: confrontando las verdades del Carisma de la Unidad con el patrimonio doctrinal de la Iglesia, se confirmó la existencia de una espiritualidad ciertamente nueva, pero que se injertaba perfectamente en los veinte siglos de vida del cristianismo. Un diálogo a la altura de los tiempos, un carisma que es una síntesis perfecta entre continuidad y novedad, que renueva la tradición y demuestra así la unidad y el progreso de la historia. Son una confirmación los 16 doctorados honoris causa otorgados a Chiara por universidades de distintos países del mundo: en Ciencias Sociales por parte de la Universidad de Lubín (Polonia); en Teología (Filipinas y Taiwán, 1997, Eslovaquia 2003, Gran Bretaña 2008); en Comunicación Social (Tailandia, 1997); en Ciencias Humanas (USA, 1997); en Filosofía (México, 1997); Interdisciplinario (Argentina, 1998); en Ciencias de la Religión (Brasil, 1998): en Economía (Brasil 1998, Italia 1999); en Psicología (Malta, 1999); en Pedagogía (USA, 2000); en Arte (Venezuela, 2003) y, finalmente, en Teología de la vida consagrada (Roma, 2004).

Además, para sus fines específicos, el Movimiento de los Focolares ofrece a sus miembros escuelas especiales: son las Escuelas para el conocimiento de la Teología y de la Doctrina Social de la Iglesia, la así llamada Universidad Popular Mariana, las Escuelas ecuménicas y de ecumenismo, Escuelas para el diálogo interreligioso, y además, Escuelas para el diálogo con la cultura contemporánea; y finalmente, especialmente valiosas y proféticas por el contexto de interdependencia que actualmente vivimos, existen las Escuelas para la Inculturación.

Desde 1978 la Revista “Nueva Humanidad” publica regularmente los resultados de estos estudios.

Desde 2008 está presente en Loppiano el Instituto Universitario Sophia que ofrece una licenciatura magistral (Máster) en Fundamentos y Perspectivas de una Cultura de la Unidad, con una duración de dos años y con el doctorado correspondiente. El proyecto formativo del Instituto es fuertemente innovador porque, como recuerda Benedicto XVI, recoge “el reto de la universidad de hoy, es decir hacer ciencia según una razón que esté abierta a la verdad y a los grandes valores inscritos en el mismo ser (…) redescubriendo la intrínseca unidad que liga los distintos ámbitos del saber”.

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