“Junto a toda la Iglesia estoy verdaderamente feliz por este momento que muestra sea la vitalidad de la Iglesia, que la frescura del Espíritu Santo que encuentra siempre modos para sorprender.
Más allá de la sorpresa, porque verdaderamente no era uno de los cardenales sobre los que se hablaba, está la alegría de pensar que éste también es un signo de novedad para la Iglesia actual que, me parece, está viviendo un momento especial, iniciado con la renuncia al ministerio de obispo de Roma por parte de Benedicto XVI, y continuado por este nuevo Papa, que ha sabido suscitar un eco extraordinario en todo el mundo.
Muy significativa la elección del nombre Francisco, porque me parece que expresa el deseo de un vuelta a la radicalidad del Evangelio, a una vida sobria, a una gran atención a la humanidad y también a todas las religiones.
Además me parece especialmente digno de mención el que sea un jesuita a elegir el nombre de Francisco: me parece que signifique apertura a los carismas, a todos los carismas, reconocer cuánto hay de bueno en cada uno de ellos y valorarlo.
Me ha hecho también una gran impresión su estilo sencillo, familiar, en la primera aparición en el balcón: me ha parecido que supiera tocar el corazón de los hombres, de las mujeres, de los niños presentes. Considero que en este momento en que se confrontan graves sufrimientos de la humanidad, existe la necesidad de alguien capaz de tocar los corazones y hacer sentir a cada uno la alegría de tener un padre y un hermano que nos quiere”.
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