Diario desde Siria / 27

 
La vida en el país continúa, con dificultad, y a pesar de los bombardeos y tiroteos, hay quien trabaja, cada día, para ayudar a los demás.

El aniversario de los hechos de marzo del 2011 no se ha manifestado con gestos especialmente significativos y la gente ha ‘respirado’ con alivio aunque sabemos bien que nada es definitivo en la dramática situación del pais. Con los amigos de Aleppo estamos en contacto telefónico diariamente, para animarnos, darnos valor y decirnos que a pesar de las bombas y tiroteos, a pesar del ruido de los aviones de combate y de los morteros, la vida va adelante.

Hemos podido dar una batería a un padre de familia en un pueblo cerca de Hama, que corría peligro de morir por un grave problema cardiaco, y hemos encontrado las ayudas necesarias para instalar otra, muy cara pero que permitirá un apoyo a otras familias con dificultades; hemos seguido llevando ayuda a los refugiados en un centro de acogida, y hasta hemos podido recordar en Aleppo el quinto aniversario del fallecimiento de Chiara Lubich, con un encuentro profundo, que consistió en una misa animada por niños y adultos, seguida de una comida y de un momento de comunión.

Este mismo aniversario se pudo celebrar cerca de Hama, y sólo en la capital lo hemos tenido que posponer porque no parecía prudente desplazarse mucho. Forma parte de la vida esta incertidumbre, estos cambios de programa, pero no nos queremos rendir. Sorprende la vitalidad de mucha gente, que cotidianamente trata de salir de su propio miedo para ir a ayudar a los demás, incluso estudiando proyectos de trabajo para quien lo ha perdido, como en Aleppo, donde están inventando mil cosas para poder trabajar y ayudar a los demás con los pocos ingresos que se poseen, si se poseen.

Y esto manifiesta lo grande que es la fuerza de la vida, porque ¿de qué trabajo se puede hablar si tantos talleres, fabricas, se han cerrado, incendiado, saqueado? ¿O si los campos están poco cultivados por la falta de abono, combustible y de seguridad? Sí, porque ya está sucediendo también a los campesinos, que han tenido desagradables sorpresas al ir a sus campos, y entonces, muchos, los están abandonando, para evitar tener que pagar los enormes rescates que exigen después para dejarlos en libertad.

Por Maddalena Maltese
Fuente: Città Nuova

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