Diario desde Siria / 28

 
El atentado en la mezquita ocurrido el Día de la Madre en Oriente Medio, nos devuelve bruscamente a la absurda realidad de una guerra que sigue robando hijos a las madres, obligándolas al llanto.

En Oriente Medio, el 21 de marzo es la fiesta de la Madre y aquí en Siria se festeja de forma oficial. Las escuelas y las oficinas públicas cierran. Por la mañana salí porque habíamos quedado y me sorprendió ver gente por todas partes con ramos de flores y paquetes de regalo, pasando por los puestos de control bien vigilados, como si esos soldados armados de arriba a abajo no tuvieran que ver con este día de fiesta.

Deseo en mi corazón que no pase nada grave, que ninguna madre tenga que llorar hoy por un hijo, aunque los constantes disparos hacen pensar que por desgracia no será así. Invitamos a Rim a comer: ha ido al Centro femenino de Formación en el que enseña, para festejar con sus alumnas esta fiesta. Nos cuenta conmovida que ha visto entrar a cada una de sus alumnas (sunitas, alahuitas, cristianas), y que se han abrazado y deseado buena fiesta unas a otras, muchas con lágrimas en los ojos. Un pequeño milagro de su tenaz trabajo en favor de la fraternidad, pero también una confirmación de que la realidad es otra, no la de estas mujeres y madres que se encuentran así por esta guerra.

También han querido reunirse en Aleppo; cada año tenían la costumbre de reunirse en un club elegante de la ciudad y hacer una fiesta y la ganancia se destinaba a sostener actividades y personas en situación de necesidad. Este año… nada de esto: el club está cerrado, los comerciantes no pueden ofrecer regalos para la tómbola, muchas madres y nueras han emigrado, pero en un salón de Azizie los que quedan celebran la fiesta para estar juntos, en un clima de serenidad. Alguna comenta: “Son necesarios momentos como estos, durante algunas horas hemos olvidado la guerra”, que sin embargo también hoy se ha hecho sentir, como vemos en la TV con las imágenes de un edificio destruido por las bombas lanzadas desde un avión y los tiroteos en la periferia de Damasco. Se confirma que tampoco en la fiesta de la madre las cosas han sido serenas.

Pero la noticia más dramática nos llega alrededor de las 20.00. Nos llama una amiga para preguntarnos si nos habíamos enterado del kamikaze en la mezquita, cerca de donde fue el último atentado. Las imágenes en la televisión son impresionantes. La historia es breve: un hombre entra en la mezquita a la hora del rezo de la tarde, se dirige al lugar donde reza el chekr y se explosiona.

Junto a él muere, el chekr, Dr. El Boudi, Presidente del Consejo internacional de Porfesores de la Ley islámica, y muchos fieles. El Dr. El Boudi es una personalidad muy conocida y apreciada, de gran cultura y apertura, que durante estos años jamás ha manifestado que estuviera del lado de la política del gobierno, incluso en ocasiones se ha opuesto al mismo, en nombre de la fidelidad a la ley islámica. Desde que la violencia comenzó en el país, se ha posicionado por el diálogo, con decisión, oponiéndose a cualquier forma de violencia, y declarándose siempre a favor de la paz en Siria y de su unidad. Se lo cuento a mi hermana por skype, y ella me recuerda un episodio de hace pocos días que le había impresionado. Papa Francisco, encontrándose con el Colegio cardenalicio en la sala Clementina, había animado a los cardenales a no ceder al ‘pesimismo ni al desánimo’ definiéndolos como una especie de ‘amargura que el diablo ofrece cada día’. Yo también recuerdo bien esas palabras que transmitió la TV. Tiene razón, el pesimismo y el desánimo bloquean e impiden mirar lejos y construir en el presente, ladrillo a ladrillo, un futuro justo y de paz. Lo queremos hacer las dos, cada una desde una orilla del Mediterráneo. Es la esperanza que no decepciona »

Giò Astense

Por Maddalena Maltese

Fuente: Città Nuova

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