Diario desde Siria / 30

 
¿Es posible la resurrección de un pais después de las bombas, asesinatos, atentados? ¿Se puede trabajar por una sociedad más justa para todos?

Damasco. Hablar de Resurrección en Siria, en este periodo, suena a desafío y se hace evidente cada vez que nos decimos ¡Feliz Pascua! Si quizás muchos en Occidente, desconocen su significado original de ‘paso’ con todo lo que eso supone, en Oriente, la afirmación explicita: ¡Cristo ha resucitado! a la que el interlocutor responde: ¡Verdaderamente ha resucitado! no deja dudas sobre el significado del anuncio.

Estas palabras, pronunciadas decenas de veces y que se escuchan con la potencia de un trueno al final de las celebraciones litúrgicas en las iglesias llenas en Damasco o Aleppo o en otros lugares, cuando el celebrante las dirige tres veces al pueblo que responde coralmente, nunca me habían parecido tanto una fuerte proclamación de fe que requiere una adhesión inmediata. Como decir: “¿De verdad crees que también aquí, entre las ruinas de un pais que sigue viviendo en un desgarrador Vía Crucis, Yo, Jesús, he resucitado y camino con vosotros? ¿Crees realmente que la muerte ha sido derrotada para siempre?”

Preguntas y respuestas para nada banales, para un pueblo que vive una tragedia que parece no tener fin, y a la que miran con piedad pocos Cireneos mientras que la mayoría parece estar mirando desde un balcón, a ver dónde se estrellará este tren que corre sin control, preparando ya el ‘después’ sin preocuparse demasiado si sobre el terreno quedarán no sólo las víctimas y las ruinas, sino una traza temible de odio, de pobreza, de confusión de ideas e ideologías, no habituadas a dialogar, porque los intereses y los largos conflictos de poder en juego, no educan en esta palabra, y así será seguramente difícil generar un nuevo país.

Y sin embargo, muchos lo querrían, y no sólo porque aquí en Siria, en cualquier caso nada podrá ser como antes, sino porque cada uno, quisiera ir adelante, hacia algo mejor, recuperando cuando antes un modo de vivir pacífico y enterrando de una vez palabras como: bombardeos, atentados, terror, secuestros, asesinatos, falta de agua y de electricidad que hacen la vida prácticamente imposible. Pero, sin un diálogo entre personas de buena voluntad, es difícil construir lo que sea mejor para todos, y es lo que hemos visto también durante la Semana Santa y lo que seguimos viendo.

Por Maddalena Maltese
Fuente: Città Nuova

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