Diario desde Siria / 33

 
Después de los bombardeos israelíes en Siria, cada vez es más difícil vivir en este país en guerra. Y sin embargo, todavía hay quien espera y cree en un futuro mejor. El llamamiento de los patriarcas Iohanna X y el siro ortodoxo Zakka Iwas por los obispos secuestrados.

Después de los dos bombardeos de la aviación israelí nos sentimos desalentados. Las noticias de una reagudización de las tensiones ya circulaban aunque no oficialmente, y desde hace una semana muchos nos preparábamos a algo grave; se veía venir pero no se imaginaba cómo sucedería. Más allá de lo que se afirma como excusa para el ataque, lo cierto es que en esas colinas, a pocos kilómetros de Damasco, había un centro de investigación científica con fines militares, donde trabajaban técnicos e ingenieros y muchos otros civiles. En un cuarto de hora esas bombas iluminaron como si fuera mediodía esta parte de la capital, y todavía no se conocen las pérdidas de vidas humanas: se habla de más de trescientas víctimas pero nadie se ha manifestado oficialmente todavía.

En el país no se ven perspectivas de soluciones diplomáticas ni de mesas de diálogo, y este periodo se caracteriza sólo por los secuestros, por el paso de aviones sobre nuestras cabezas, por el temor y el miedo en un país que todos recordamos como seguro.

Pero la vida va adelante. Los cristianos se reúnen en pequeños grupos para leer el evangelio y contarse episodios de perdón, de reconciliación, de heroísmo. Salir a la calle en Damasco en estos días no es aconsejable, a menos que sea realmente necesario, porque los atentados son continuos. Un joven, el pasado martes, fue a una oficina del gobierno por algunos documentos que necesitábamos, quería ayudarnos. Media hora después esa calle se convirtió en un infierno por el atentado que dejó dieciséis muertos (los cuerpos de los que se lograron reconocer) y sesenta heridos.

Desde hace una semana, en los barrios cristianos de Aleppo llueven disparos de mortero, algo nunca visto en ese lugar. Hay una gran tristeza sobre todo por el secuestro de los dos obispos. Quizás se arriesgaron demasiado –dicen algunos- también porque se conocía que habían sido amenazados varias veces. Pensar y seguir pensando no sirve: hemos elegido el camino de la oración. En Aleppo la han vivido en forma de pequeños grupos, de 15-20 personas, cada una con una vela encendida. Salieron del Obispado greco-ortodoxo y han pasado al lado de las distintas iglesias de los barrios cercanos. Han preferido hacer grupos pequeños para no ser tan ‘visibles’. Este es otro de los desconcertantes frutos de esta guerra, en un pais que estaba entre los más libres y seguros de Oriente Medio en cuanto a poder profesar la propia fe. En Damasco hemos participado en una vigilia nocturna de oración en la Iglesia ortodoxa de la Cruz, donde se leyó ante fieles y obispos de todas las confesiones, allí presentes, el mensaje escrito para la ocasión por los patriarcas greco ortodoxo Iohanna X y siro ortodoxo Zakka Iwas.

Mensaje de los dos Patriarcas ortodoxos: SB Iohanna X, Patriarca ortodoxo de Antioquia, y SB Zakka Iwaz, Patriarca siro-ortodoxo, leído el domingo 27 de abril de 2013 por mons. Jean Kawak (Mor Dionysios) vicario patriarcal siro-ortodoxo en Damasco en la Iglesia Chiesa greco-ortodoxa de la Cruz

«Todos los cristianos en Oriente Medio están entristecidos por la violencia que golpea la región. Son hechos que alejan a las personas entre sí. Al mismo tiempo la vida está expuesta al peligro y el peligro mayor y más despreciable es el secuestro porque juega con la vida de quien no puede defenderse y está desarmado.

Invitamos a los cristianos a fortalecerse en la fe cristiana, a tener confianza en Dios para que les ayude en las pruebas, para defender su tierra y su querido pais.

En primer lugar los invitamos a quedarse en Siria; en segundo lugar a vivir con amor y en la convivencia, como parte de la diversificada estructura social que tiene como base el amor. Tienen que alzar con fuerza su voz para rechazar cualquier forma de violencia en este País.

Pedimos a los secuestradores que respeten la vida de nuestros dos hermanos (obispos) secuestrados y de todas las personas secuestradas; pedimos a todos que paren con esta forma de violencia que hace crecer la división entre las confesiones y las religiones de los hijos de la misma Madre Patria.

En esta dolorosa ocasión, invitamos a todos a reforzar el empeño en poner fin a esta tragedia de nuestra querida Siria, para que vuelva a ser jardín del amor, de la convivencia y de la seguridad. Que la igualdad política no sea a costa de los hombres de este País.

Invitamos a las Iglesias cristianas de todo el mundo a tomar una posición firme ante la situación actual, dando testimonio de la fe a través del amor concreto en el mundo, expresando así el desacuerdo hacia todas las formas de violencia que hasta ahora está sufriendo el hombre de Oriente Medio.

Aprovechamos la ocasión para implorar a nuestros compatriotas de todas las confesiones musulmanas a que colaboren estrechamente para que no se use al hombre como mercancía o como escudo humano o como ficha de intercambio económico o político.

Decimos a los secuestradores que estos dos hombres que habéis retenido son dos hombres de paz y de amor y que su modo de actuar religioso y social da fe de ello. Os pedimos que actuéis con ellos lejos de cualquier extremismo que sólo sirve a los enemigos de Dios ».

Por Maddalena Maltese
Fuente: Città Nuova

Diario 32Diario 31

Normas(500)