Diario desde Siria / 34

 
Los actos de violencia se extienden ya por todas las regiones del país. Se modifica incluso la indumentaria hacia tendencias cada vez más integristas: ahora las mujeres deben llevar el velo para viajar seguras fuera de la ciudad.

«Parece que en estos días no haya región de Siria exenta de violencia. Ayer llamé por teléfono a una amiga ortodoxa refugiada en  Banias, en la costa, para felicitarle la Pascua. No ha habido ninguna celebración litúrgica en Banias, me dice con tristeza. La ciudad donde han muerto en estos días al menos ciento cuarenta personas vive en un clima surrealista. El Jueves Santo el sacerdote en mitad de la celebración hizo salir a la gente rápidamente de la iglesia ortodoxa mientras comenzaban a llover disparos y desde entonces todas las iglesias ortodoxas, y no sólo ésa, están cerradas. También allí la situación se ha agravado.

Desde Siria están ya huyendo no sólo los cristianos, sino también los sunitas moderados preocupados por la tendencia integrista. Ninguna mujer antes de este conflicto estaba obligada a usar el velo, ahora viajar seguras fuera de la ciudad significa tener que ponérselo o llevarlo a mano: algo impensable en un estado que siempre se ha definido como laico. Nos sorprenden, a primera vista, estos cambios en hábitos ajenos a la cultura siria.

En este clima de suspensión que podría ir a peor nos interrogamos sin descanso sobre el significado que las instituciones dan a la expresión.’estado soberano’. Nos preguntamos: ¿Por qué la ONU calla?, ¿por qué sus organismos no tienen la fuerza de ‘obligar’ a la paz y al diálogo, como se debería de hacer cuando hermanos inconscientes quieren pelearse a muerte y saben, sin embargo, muy bien y muy rápido votar embargos que generan después solamente la desesperación de la gente?

¿Por qué tantos regímenes en Oriente Medio son sostenidos y luego en un día todo cambia y se abren conflictos sangrientos, donde masacres y homicidios llegan a la ser la linfa para alimentar el odio religioso?, ¿por qué siempre dos balanzas y dos medidas?, ¿por qué la verdad calla o se pone en entredicho y la opinión pública está anestesiada?. En Banias hace dos años en las memorables manifestaciones del viernes se gritaba: “Alauitas a la fosa y cristianos al Líbano” y se vendían historias de libertad (a la opinión pública interna y al extranjero, como un insistente tam-tam) de un pueblo que finalmente tenía el valor de rebelarse, y se afirmaba esto para distraer al gran público de la verdadera realidad del conflicto sirio.

¡El que osaba manifestar estas incongruencias, aún admitiendo con claridad las culpas del régimen, era tachado de apoyar a las dictaduras y filo-no se qué!. Ahora que Siria está devastada y dividida, ahora que la sangre de los hermanos se derrama copiosa día a día y que hay por desgracia, quien cree en la venganza y la usa, ahora que los terroristas han alcanzado las montañas sobre Damasco y los barrios de Homs y Alepo, ahora… se habla finalmente con toda la sinceridad del gas de Qatar y de Rusia y de la voluntad de debilitación de la política chiíta contra la sunita, de la ‘añeja’ cuestión palestina y del juego ‘fuera de casa entre Rusia, China, Irán, Estados Unidos e Israel y del sueño turco de hacer de dueño y demás.

La palabra libertad ha dejado de nombrarse. Quizá porque se sabe que la libertad, la verdadera, nace sólo de la justicia, que quiere decir: dar a cada uno lo suyo. No armas u otras cosas. Era probablemente aquella la libertad que también el pueblo sirio soñaba, pero que ningún país ha sabido ayudarle a realizar. Quizá porque no hay más, o no hay todavía, la cultura de la fraternidad universal. Son aún demasiado pocos los hombres adecuadamente preparados y convencidos para recorrer en economía y política o en el derecho este camino como el que realmente puede producir fruto.

Es a la fraternidad, sin embargo, a la que nos agarramos también hoy, como a un hilo de esperanza, que cada día es más delgado. Todo debe siempre empezar desde cada uno de nosotros, estamos convencidos, pero tenemos necesidad de ayuda y de oraciones para poder hacerlo».

Por Maddalena Maltese
Fuente: Città Nuova

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