16 de julio de 1949

 
Fecha histórica en el Movimiento de los Focolares.

Junto al diputado italiano Igino GiordaniChiara_Foco, Chiara Lubich vivió una experiencia mística durante el verano de 1949. Dicha experiencia, comunicada inmediatamente a las personas que junto a ella vivían el ideal de la unidad, pone las bases para el naciente Movimiento de los Focolares.

65 años después, esta misma realidad intenta ser vivida por cada miembro de los Focolares en todo el mundo. Cobra importancia también al ser un año marcado por la celebración en septiembre de la Asamblea General del movimiento. Una ocasión para hacer balance, mirar a los desafíos que se presentan y ofrecer respuestas. La Asamblea se viene  preparando desde hace meses con una gran involucración por parte de todos, grandes y pequeños pertenecientes al Movimiento de los Focolares.

Por este motivo y al cumplirse los seis años de Presidencia marcados por los Estatutos, Maria Voce –actual presidente de los Focolares- ha dirigido una carta a todos en la que hace partícipe de los sentimientos que “imperan en este momento en mi alma: gratitud, alegría, nuevo impulso”:

MVoce“Gratitud hacia Dios, naturalmente, antes que nada, pero también a cada uno y a cada una por todo el abundante esfuerzo de estos seis años para que no se pierda nada de lo que Chiara [Lubich] nos ha dejado. Gratitud por tanta vida, tantos dolores, tantos ofrecimientos (…) Alegría al comprobar la vitalidad y la fecundidad del carisma que nos hace sentir viva y presente a Chiara dondequiera que estén sus hijos y que hoy se manifiesta en particular en las pequeñas o grandes comunidades que se han multiplicado por el mundo y que están dando testimonio, también por medio de las Mariápolis –de las cuales me llegan cada día ecos maravillosos– de la sana experiencia de una vida de familia auténtica fruto del amor recíproco, capaz de hacer sentirse en casa a muchos nuevos y a muchos… que regresan.

Todo esto me impulsa a comprometerme nuevamente para responder con radicalidad a la llamada de Dios y a servirlo en su Obra, cómo y donde Él quiera, dejando a un lado cualquier otra cosa, para que El pueda verdaderamente ser todo para mí”.

Normas(500)