“Dar lo mejor de ti”

 
Juanjo Grimaldos, enfermero, nos cuenta su día a día en el trabajo.

Juanjo_Grimaldos-Juanjo Grimaldos es enfermero desde hace algo más de treinta años. Nos cuenta cómo, en su día a día profesional, vive con el objetivo de conseguir la fraternidad universal, tratando de crear relaciones verdaderas con cada persona que tiene que atender en cada momento… algo nada fácil trabajando como enfermero de emergencias.

“Para mi comunicación es escuchar, compartir, comprender, ponerse en el lugar del otro, dar tu tiempo, tu experiencia, dar lo mejor de ti. Es decir, ser un buen profesional incluso técnica y formativamente, pero como expresión de lo anterior.

Al principio de la profesión uno se preocupa por aprenderlo todo: cómo se hace esto, cómo se hace aquello… cuál es la técnica mejor; e incluso se disfruta de los progresos profesionales y, por qué no decirlo, el paciente se convierte en un instrumento, y no en un fin. Después te vas dando cuenta de que la buena técnica, el buen ejercicio profesional,… es importantísimo. Pero solo es un medio al servicio de una persona; persona que tiene derecho a ser atendido de la mejor manera posible.

No puedo describir tantos años de profesión, solo algunos episodios. En una ocasión trabajé en una planta con diferentes enfermos; entre ellos no se conocen, pero tú sí a todos. Y como siempre, quien está solo, quien con mucha familia, quien mejor, quien peor. Se me ocurrió promover una pequeña cadena de favores, entre ellos: ‘mira, tengo un paciente que está solo y hoy es su cumple, ¿qué te parece?… Sí, sí,  si a mí me sobran los regalos; llévale estos bombones.’ Se creó una relación muy simpática entre algunos, yo hacía de mensajero de regalos.

En otra ocasión estaba en el autobús urbano y había bastante gente. De repente una mujer me mira y me dice: ‘Sí, sí, fuiste tú, fuiste tú’. Y yo, objeto de todas las miradas, sin saber el problema; no sé cómo reaccione con calma; le digo: ‘¿qué?’. Y ella: ‘Tú, el que ayudó o a morir a mi marido’.

Y la última, en relación a ponerse en el lugar del otro. Recuerdo una intervención especialmente difícil. Tres amigos, por un accidente de la naturaleza, uno muere. Después de intensos intentos de reanimación, no se consigue. Había que comunicárselo a sus amigos y,  dado que es una situación muy dolorosa, mi compañero me pide que lo haga yo. Es bastante doloroso dar una noticia de este nivel. Los amigos estaban en un coche a cierta distancia esperando; en el trayecto tomo fuerzas para no llorar yo también. ¿Qué decirles?, ¿cómo? No me viene nada…, de repente me acuerdo de la imagen de la vida como un camino, cada uno el suyo, a veces corto, a veces largo, pero bien vale la pena vivirlo bien. Me presento, hablamos del amigo, de la relación que tenían, me relatan cosas muy positivas, y es ahí cuando les explico esta imagen: su camino ya ha terminado, el nuestro no; por lo tanto esperemos que al final del nuestro puedan decir de nosotros cosas tan interesantes como las que me contáis de él. Después de veinte minutos de conversación nos despedimos; no sin dolor, pero calmados y serenos, con el deseo de vivir así como nos lo dijimos”.

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