Sí a la humanidad

 
Felicitación navideña de Maria Voce, Presidenta del Movimiento de los Focolares.

¡Es Navidad!

Si miro a mi alrededor, en las ciudades pero también en los medios en general, me pregunto: ¿qué es la Navidad? Y oigo un bullicio… porque son comidas, regalos, adornos, luces, mercadillos… Y este bullicio me parece que quiere cubrir (sin conseguirlo) el grito de dolor y de sufrimiento de gran parte de la humanidad, que reclama solidaridad, respeto, acogida, paz, justicia. En definitiva, pide amor. Y el hombre no se lo sabe dar, pero Dios sí.

Dios lo sabe dar y lo da al estilo de Dios. Y ese Niño que vemos en el pesebre (en esta Navidad como en todas las navidades) nos dice precisamente el amor de Dios. De un Dios que ama tanto al hombre que se hace como él, se hace pequeño, indefenso, que afronta todos los sufrimientos (no solo los afronta, sino que los vive), todos los sufrimientos de la humanidad, hasta morir.

Un Dios que, de este modo, al venir a vivir entre los hombres, repite su “sí” a la humanidad para reunirla una vez más en torno a Él.

Este sí de Dios al hombre está representado en ese Niño en Belén, ese Niño que los hombres ya no quieren ni oír nombrar.

Hemos estado en un país donde, para mantener todo el aparato de la Navidad sin referirse a Dios, se han inventado la “fiesta del invierno”, para hacer todo esto.

Y sin embargo, este Dios ama al hombre, sigue amando al hombre y nos lo sigue diciendo.

Y este Niño no solo nos muestra el amor de Dios, sino que nos hace partícipes del amor de Dios, nos lo regalo, nos lo ofrece para que lo vivamos, nos enseña cómo actuar y nos invita a hacer lo mismo; es decir, a ser para los demás hombres el testimonio del amor de Dios y dar a los demás hombres el amor de Dios, un amor como el de Él, que no tiene preferencias, un amor que llega a todos, un amor que no levanta empalizadas, que no tiene prejuicios, que no hace distinciones entre las personas; un amor capaz de abrir el corazón, las manos, los brazos, el monedero, la casa.

Y si un amor así vive entre los hombres, entonces Dios mismo vive entre los hombres. Y Él es el único capaz de dar casa a todos, de hacer una familia de todos, de hacer a todos hermanos, de hacer fiesta de verdad.

Y esto es la Navidad. Y si vivimos así, esta es la verdadera Navidad para nosotros.

Esta es la Navidad que yo quisiera vivir y desear a todos.

¡Feliz Navidad!

Maria Voce

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