¿Pascua virtual? No, ¡real!

 
“El día de Pascua todo es correr y encontrarse”

Texto sobre el día de Pascua publicado por el P. Fabio Ciardi[1], OMI, en su blog en italiano.

El día de Pascua todo es correr y encontrarse. Corren las mujeres y María Magdalena, del sepulcro al cenáculo, del cenáculo al sepulcro. En el mismo tramo corren Pedro y el otro discípulo. Desde Emaús, Cleofás y su amigo corren a Jerusalén…. Todos quieren ver, tocar, controlar personalmente, intercambiarse noticias.

Este año, en Pascua, no será posible. No podremos correr, no podremos tocar, saliendo de la misa dominical no nos daremos la mano, ni siquiera iremos a misa. Cuando el Papa dé la bendición urbi et orbi encontrará la plaza de San Pedro vacía, cerrada al público. No se ha visto nunca una Pascua así, ni siquiera en tiempo de guerra.

La Pascua del 33 después de Cristo presenta, sin embargo, un rasgo común con la del 2020. Tras las primeras carreras matutinas, los discípulos se encerraron en casa. Tenían miedo de que los mataran, no un virus, sino los que acababan de crucificar a su Maestro. “Estaban con las puertas cerradas” como nosotros estos días.

Entonces tuvo lugar lo impredecible: “Por la tarde Jesús vino y se sentó en medio de ellos”. No “aparece” como si fuese un fantasma, sino que “vino”, así como por la mañana “fue al encuentro” de las mujeres y se “acercó” a los dos de Emaús. Los verbos del Resucitado son verbos de movimiento, de acción. Pascua es Jesús que “viene”, exactamente él, verdadero, real: “Tocadme, mirad, dice a los discípulos incrédulos, un fantasma no tiene carne y hueso, como veis que tengo yo”. Su presencia es tan concreta que, según Lucas, él come pan ante sus ojos, ¡Realmente es Él!

Este año seguiremos la liturgia de Pascua en streaming, pero el Señor vendrá igualmente a nuestra casa, de forma real, sin necesidad de auto certificación.

“¿Dónde está? Preguntarán los niños (y quizá no sólo ellos), “No lo veo”. Está vivo y presente en el abuelo, en la mamá, en la hermanita…. Está vivo y presente dentro de ti, entre nosotros y “dichosos los que crean sin haber visto”. Y no viene de paso, como un recuerdo, un hechizo, un fuego fatuo, sólo para consolarnos del Coronavirus. Viene para “estar”, también cuando la pandemia haya cesado.

Esta Pascua puede ser la ocasión de redescubrir las muchas presencias del Resucitado y darnos cuenta de que la realidad profunda de nuestra fe es El vivo en medio nuestro.


[1] El P. Fabio Ciardi, OMI, Doctor en Teología de la Vida Religiosa por el Instituto de Teología de la Vida Consagrada Claretianum de Roma, del que fue profesor, actualmente es responsable del Centro de Estudios Interdisciplinarios Escuela Abbá del Movimiento de los Focolares.

 

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