Un corazón en el balcón

 
Juan comparte cómo está viviendo por los demás en estos días
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“El estar en casa estos días me es muy atípico. Me sentía como atado sin poder hacer nada por nadie. He de confesar que un día me escapé. Me había llamado un chico venezolano que conocí unas semanas antes y me dijo que se quedaba sin comida. Le puse en contacto con la trabajadora social de Cáritas. Al día siguiente le llamé y me dijo que le darían alimentos cuatro días después. Pensé en qué comería hasta entonces. Hablé con mi mujer y buscamos algunas cosas en casa, me monté en el coche y quedé en la puerta de su casa, bajó y por la ventanilla le di la bolsa que habíamos preparado y volví a casa.

Poco después me llama uno de los sacerdotes de la parroquia y me dice: “Ya tienes trabajo. Una empresa de las que hacen los catering para los aviones en Barajas hace donaciones de comida y las van a traer para distribuir entre las parroquias. Tienes que organizar los turnos para repartirlas cada día”.

Y ahora me dedico a esto: chatear con los jóvenes de la parroquia y los voluntarios menos mayores de Cáritas, para que cada día puedan estar en la parroquia para atender a las personas que necesitan una ayuda. También preparo los certificados justificativos para los voluntarios   y así le ahorro un poco de trabajo a nuestro párroco, que se ha ofrecido como capellán en Ifema y está también haciendo una experiencia muy bonita.

Hemos puesto un corazón en el balcón y otros símbolos (una cruz, un cirio) cada uno de estos días. La vecina de enfrente perdió a su hermana hace unas semanas y ahora está enferma con el COVID; le escribimos de vez en cuando para darle ánimo, y le dije que habíamos puesto ese corazón en el balcón para que supiera que tenía unos vecinos que la querían”.

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Eealimentación

  1. Marga

    Me ha conmovido y ayudado a seguir. Muchas gracias!!

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