Viva la creatividad

 
Cercanía en tiempos de coronavirus

“Mi nieta Inés de 10 años tiene armado en su casa de Buenos Aires un Starbucks virtual y vende a la familia zumos de naranja y tartas que ella misma elabora. Entre sus ahorros y estas ventas puede comparar 100 mascarillas que dona al hospital de su zona.

Como la niña sigue entusiasmada con la idea de juntar dinero y ayudar, mi hija Julia me pregunta si conozco alguna iniciativa para poder colaborar concretamente. Nosotros, desde hace algunos años, somos socios de la Asociación Felicitas, de acogimiento familiar en Argentina. Al comunicarme con ellos para ver sus necesidades (¡hasta ese momento no había pensado en hacerlo!), me confirman que necesitan leche 1 y 2 para sus niños y también gel; se lo comento a mi hija para poder encauzar por ahí las inquietudes de mi nieta.

En la Asociación también me cuentan sobre su preocupación con un bebé que han recibido con serios problemas, cuya medicación no se consigue fácilmente y es muy cara. Finalmente viendo a fondo con la familia esta situación, pudimos cubrir esa urgente necesidad y el sentirnos útiles nos causa una alegría especial”. Graciela

Las torrijas de Fernando.  “Tengo muy buena relación con una vecina que vive sola y en este tiempo de quedarnos en casa seguimos manteniendo este contacto a distancia, intercambiando cosas que nos puedan hacer falta. Por ejemplo, una noche me comentó que se había quedado sin café y le dije que nosotros teníamos y se lo podía llevar. Enseguida vino muy contenta porque lo necesitaba para el desayuno y así evitaba salir más veces a la compra. Aprovechamos ese momento para saludarnos y asegurarnos de que estamos ahí. Me comentó que está buscando información para pasarle a otros, porque está muy pendiente de colaborar desde su casa poniendo en comunicación necesidades de unos y otros. Le cuento noticias positivas sobre experiencias publicadas en el blog Ciudades para la fraternidad y me pide que se las pase, para también difundirlas.

Un día, junto a mi hijo Fer, que le encanta enredar en la cocina, estuvimos haciendo torrijas. Pensando que esta vecina, al estar sola sería difícil que las hubiera hecho, le llamé para decirle si quería. Le encantaron porque ya no recordaba cuándo las había tomado por última vez. Unos días después me envió mensaje ofreciendo unas riquísimas manzanas asadas que había hecho por si nos gustaban… ¡Las comimos y se las agradecimos un montón!!”. Esther

Normas(500)