Cerca de muchos

 
Testimonios que construyen fraternidad en estos tiempos tan complejos, #laotracurva

Cuando el coronavirus toca cerca. “Nuestro hijo José Antonio contrajo el coronavirus. Fue un dolor muy grande para mí y toda la familia. Traté de hacerme la fuerte delante de mi marido y de mis hijas para no darles un peso mayor. Cuando conseguí calmarme sentí que ese dolor era Él, Jesús Abandonado, el Esposo, al que le había prometido amarlo siempre, en seguida y con alegría. Fue un momento de luz, de gracia. Sentí que en su dolor estaba también el mío y le dije, Señor dame fuerzas para ir adelante viviendo en el presente tu voluntad. Con la ayuda y las oraciones de todos, conseguimos ir adelante confiando en su recuperación. Tuvimos momentos duros, cuando el médico dijo que tenía neumonía, y días más tarde que  estaba un poco preocupado porque no respondía al tratamiento y los pulmones seguían inflamados. Gracias a Dios poco a poco se fue recuperando hasta que le dieron el alta y seguir la cuarentena en casa. Hoy nos ha llamado para decirnos que el test que le hicieron dio negativo y ahora tiene que estar durante diez días aislado. Le doy gracias a Dios y a todas vuestras oraciones.

En estos días de confinamiento me ha ayudado a pensar en todas las personas que están solas e impedidas, con una de ellas tenía una dificultad y pensé llamarla y dar el primer paso. Cuando la llamé le dio mucha alegría, me dijo que estaba muy preocupada porque no encontraba mascarillas para salir a comprar. Días antes otra vecina me había pedido sábanas para hacer mascarillas para los sanitarios, a los pocos días me dio la sorpresa regalándome seis. A la vecina que estaba preocupada por las mascarillas le puse tres en el buzón, cuando las recogió me llamó emocionada y me daba las gracias llorando, me decía que no lo podía creer.

Como nos decía Chiara el amor es un don que va y que viene”. Mari Santana

Soy celadora en un hospital pero ya hace unos años que por varios problemas físicos no tengo un trato directo con los enfermos hospitalizados. Mi puesto de trabajo es la Puerta de Visitas; es decir, básicamente dar la información de dónde están ubicados los diversos servicios cuando la gente acude al hospital a alguna consulta, hacerse alguna prueba, visitar algún familiar…

Pero en estos momentos mi manera de trabajar ha dado un giro radical. No hay consultas, no se pueden hacer visitas, se hacen las pruebas imprescindibles, solo hay dos plantas no infectadas donde puede haber un acompañante por enfermo…. Eso implica que tengo que preguntar a cada persona que entra por la puerta dónde va y no siempre es fácil, porque parece que estuviese vigilando más que informando. No puedo decir que me canse físicamente pero la tensión se va acumulando y llego a casa realmente cansada.

De vez en cuando pasa algún compañero y lo veo enfundado hasta las cejas en ese traje de plástico y pienso lo que deben estar pasando todos los que tienen trato directo con los enfermos; entonces me doy cuenta que mi labor no es tan pesada, simplemente estoy colaborando a que no haya gente circulando por los pasillos y de este modo ayudar a que el virus no tenga la oportunidad de expandirse.

Después queda lo más difícil, lo más duro: los familiares de los enfermos aislados. Cada día llevan pequeños paquetes con alguna pertenencia (ropa, móviles, transistores…) para los enfermos que están aislados. Ver la confianza con la que esos familiares te los dejan, la confianza que depositan en ti, confianza plena en que esos paquetitos llegarán a sus seres queridos y ver el agradecimiento en sus ojos… no lo puedo describir. Ha habido momentos, sobre todo al principio, de no saber cómo consolar a estos familiares cuando te preguntaban si no podían llevar ellos mismos esos paquetes para poder ver a su padre, madre, hermano… durante unos minutos y decirles que eso no era posible. En fin el dolor, el sufrimiento del sano, del que estaba afuera pero tan aislado como el que estaba dentro. Y, por mi parte, intentar darles todo apoyo, aunque solo fuera con palabras, para superar esta prueba y esperar la recuperación de sus familiares”. Montse Rubio

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