“La urgencia de ayudar donde sea”

 
Continúan los testimonios de la curva solidaria, #LaOtraCurva

Acercar a las personas. “Mi cuñado tiene a su hermano muy enfermo en el hospital. Hace unos días les dijeron que podía estar en sus últimos días. En la comunidad local estamos rezando mucho por él, y de momento parece que está estable. Con los problemas del coronavirus, no pueden ir al hospital a visitarle. Mi cuñado no entiende de tecnología, así que me ofrecí a prepararles una video llamada desde su casa con el hospital. En ese momento no les parecía oportuno por la gravedad del enfermo. Pero ayer, cambiaron de opinión y me pidieron si les podía conectar. Tuve varios problemas por la cobertura y demás, pero al final conseguí que pudieran hablar entre ellos. Si no les hubiera ayudado no lo hubieran conseguido porque había muchas dificultades para conectar”. María José Carrasco

La urgencia de ayudar donde sea. “Cuando empezó la crisis del coronavirus siendo médico, te urge ayudar donde sea. Y te entra un poco el frenesí. Luego piensas un poco y trabajando en sanidad privada, lo primero era ponerme al servicio del Hospital para todo lo que necesitase. Pero antes de ofrecerme voluntariamente sentía que tenía que preguntar a mi marido (por amor a él debía pensar él y en mi niña de 3 años y medio). Se lo comenté y me puse al servicio de lo que pudieran necesitar:

Al principio era sólo hacer revisiones de urgencias y revisiones de cirugías realizadas.

Después, para lo que el hospital viera oportuno: desde la Sanidad Pública llegaron paciente que venían en oleadas: 20 pacientes que llegaban al hospital en autobús por la noche de otros hospitales. Al final unos sesenta pacientes hospitalizados y cuatro en la UCI.  Una de las tareas que me asignaron fue informar a los familiares. Era una oportunidad de amarlos de forma concreta. Durante una semana informando a los familiares tienes posibilidad de vivir con ellos momentos no siempre fáciles. Uno de los días al llamar al hijo de un paciente me dice que ha fallecido su abuelo y no saben si decírselo a su padre (ingresado) por si se ponía peor. Yo le dije que lo mejor era que lo supiera, y hablé con la enfermera para que entrara en la habitación en el momento que se lo comunicaban y estuvieran pendiente, ya que al ser pacientes aislados están más tiempo solos. El paciente estaba agradecido de que el personal se había unido a su dolor.

También surgió la oportunidad de hacer un pedido de una donación a un hospital (buscar el proveedor, ver qué era lo que más necesitaban,…) Y también pensé: ” ¿yo puedo donar algo?” Y vi que podía donar unas pantallas de protección (para los compañeros del hospital donde trabajo).

Pensar en los más débiles, la gente con mayor riesgo, sobre todo la gente mayor. A mi marido se le ocurrió la idea de a través de una asociación del pueblo donde viven sus padres y junto con el ayuntamiento, proveer de mascarillas, guantes y geles hidroalcohólicos a todos los vecinos.

Estar pendiente de las personas que empezaban con algún síntoma, acompañarlos a la urgencia, aun pensando que podría haber algún riesgo de contagio, siempre lo mejor protegida posible y cumpliendo las medidas de seguridad que estuvieran en mi mano.

Durante un periodo tan confuso y nuevo, estar muy pendiente de los familiares, sobre todo los que viven solo, llamándoles, haciendo video llamadas. Mandando fotos de la niña, para que este periodo para ellos fuera más llevadero. Ana de la Torre

Vivimos en un tiempo muy especial. Para mí está siendo un tiempo de gracia, de vivir más en el amor. Cuando una acción o pensamiento supone un juicio o una crítica, lo rechazo para estar en el amor y poder mantener con vosotros, la presencia de Jesús en medio, vivir más y mejor la unión con Dios.

Cada día es la oportunidad que Dios me da, para amar a los demás, con llamadas telefónicas, con mensajes de whatsapp, sufriendo con el que sufre, escuchando a los que están solos, dar algún consejo a lo que están indignados, poniéndome de acuerdo para participar en la Misa de 13tv, amando a mi tía con la que vivo, con pequeños detalles. Todo lo que el Señor me sugiere hacer, en el momento presente.

Soy persona de máximo riesgo, por tanto no debo  salir a la calle para nada y estoy recibiendo amor a raudales. Mi vecino Lázaro me lleva la basura al contenedor. Juan, un amigo policía, que he sido catequista de sus hijos, me trae la fruta y el pescado de la semana. Trini la carnicera, manda a su hija con lo que necesito. Manuel otro amigo, cada vez que sale para él, me llama por si necesito algo. Carmen, madre de una niña del colegio, ofreciéndome una mascarilla porque supo que tenía que ir al ambulatorio para la prueba de sintrón y la que tenía era quirúrgica. Marta, que viene a Palabra de Vida a la parroquia, me trae el pan y el material de limpieza. Y muchos más que se ofrecen para lo que necesite. Muchas llamada de teléfono de a los que yo también llamo, creándose una relación de amor recíproco.

Esto me hace dar gracias a Dios continuamente, porque en medio del dolor hay mucho amor”. Adelina  Lillo

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