En este tiempo de prueba, de soledad, de angustia y de abatimiento, sentimos la necesidad de reencontrar el sentido de la vida y de la muerte, de aquello que no pasa y permanece eternamente. Nuestros corazones, purificados por el dolor y desarmados, se unen para implorarte a ti, el Omnipotente, el Clemente, el Misericordioso, el Padre de todos nosotros.
Fortalece en nosotros la fe en que todo lo que permites es para un bien mayor, y que nada de lo que sucede es ajeno a tu bondad infinita.
Ayúdanos a proseguir el viaje de la vida con confianza y esperanza renovadas, enraizadas en tu divina voluntad de cada momento presente.
Conforta a los que sufren por la pérdida de familiares y amigos; da fuerza para seguir adelante y paciencia en las adversidades.
Haz que ante la angustia por el futuro, la pérdida del trabajo, las consecuencias económicas y sociales causadas por la pandemia, logremos descubrir en ellas ocasiones para vivir la solidaridad y alimentar la justicia.
Forja en nosotros cada vez más un alma capaz de amar concretamente, para compartir el dolor de los que lloran y alegrarnos con los que están alegres. Ayúdanos a considerar al otro como a nosotros mismos y desearle lo que deseamos para nosotros.
Haznos experimentar, Dios Altísimo y Omnipotente, que cuanto más amamos a nuestro hermano, olvidándonos de nosotros, más se desvanece el dolor y queda en nuestro corazón la dulzura inefable y tangible de tu presencia.
Da vigor, salud, protección y sabiduría a los médicos, enfermeras, personal sanitario y a todos aquellos que se prodigan en favor de los hermanos enfermos y necesitados, para que puedan ser tus instrumentos acompañando a los que se confían a sus cuidados.
Oh Dios, Luz del mundo, que tu Sabiduría ilumine a los científicos, y que ellos pongan a disposición sus conocimientos para el bien de toda la humanidad.
Sostiene a los dirigentes de las naciones y a todos aquellos que deciden el destino de los pueblos, para que sepan tomar decisiones con visión de futuro y encontrar soluciones sociales y económicas en favor de los más débiles. Toca sus conciencias para que encuentren todos los medios para prevenir los conflictos y promover la paz. Haz que cada uno se sienta responsable no solo de su propio pueblo, sino de toda la humanidad.
Que María, amada y venerada por muchos, nos ayude a mantenernos firmes en la fe y a llevar consuelo y esperanza a todos.
Amén.