Guztion arazoa

 
Guztioi dagokigu errefuxiatuen krisia

Gracias a Ciutat Nova por el artículo de Amparo Gómez que reproducimos traducido, a continuación:

fugees-300x199Recuerdo un monólogo de Gila –el agudo humorista, especialmente cuando tenía un teléfono en la mano- que me gusta mucho y a menudo me viene a la mente ante circunstancias que podríamos definir como obvias o evidentes. Decía algo así:

“Yo, es que no entiendo a los franceses…Que a la leche la llamen lait… en fin, qué quieres que te diga…Que al queso lo llamen fromage… vamos, otra cursilada de esas, pero, qué le vamos a hacer…Pero, vamos, que a la mantequilla, que es que se ve… ¡que es mantequilla!, la llamen beurre… ¡eso ya es el colmo!”

Sí, muchas veces cuando una persona se encuentra ante un conflicto, por ejemplo, cuya solución veo clara y meridiana, me viene a la mente: “¡pero si está clarísimo que es mantequilla!”, queriendo decir que eso se arregla ‘así y así’.

Recientemente, esta evidencia de la mantequilla se está volviendo un grito exasperado en mi interior ante una situación que no tiene nada de cómica: la crisis de los refugiados. Pero, ¿qué pasa?… ¿que no son personas como tú y como yo, que quieren llegar a Europa huyendo de la guerra y del miedo?, ¿tú te arriesgarías a meterte en una barca hinchable con tus hijos si no tuvieras suficientes motivos para hacerlo?, ¿o es que los miles de personas que se están movilizando se dedican a recorrer a pie centenares de kilómetros bajo el sol, la lluvia o la nieve, por ganas de hacer deporte?

¡Por el amor de Dios! ¡Esto no tiene nombre! O puede que sí: vergüenza. Esto es una vergüenza. Se dirá de muchas maneras en nuestra vieja Europa, pero debe interpelar a las conciencias de los estados, que hablan, hablan y hablan… y mientras hablan, hombres, mujeres y niños mueren, mueren y mueren.

El martes 9 de febrero participé en un acto en el Parlament de Catalunya, organizado por el Grup de Treball Estable de Religions (GTER) dentro de la Semana Mundial de la Armonía Interconfesional proclamada por la ONU y que llevaba por título: Refugiados, una cuestión de todos. Los discursos y sobre todo los testimonios en primera persona que escuché, no me dejaron indiferente; al contrario, me hacían hervir la sangre, como se puede apreciar…

Dos son las evidencia (¿del estilo de la mantequilla?) que se me muestran ante esta crisis: sin exonerar a los estados europeos y sus responsabilidades, veo que quien está haciendo algo por las personas que huyen de Siria y otros lugares, es la sociedad civil, la iniciativa del asociacionismo y las organizaciones no gubernamentales, muchas de ellas inspiradas en creencias religiosas. Hoy por hoy, es aquí donde se ve un hilo de esperanza. Aquí y, como creyente que soy, en la oración, para que Dios mueva los corazones de los poderosos de esta tierra y oriente sus acciones a favor de la construcción de la paz.

Resolver esta crisis no depende de mí, pero sí está a mi alcance el establecer relaciones de amor y armonía con las personas que tengo al lado. Y si cada uno hiciéramos lo mismo, pronto estaría encarrilado el camino hacia una paz duradera. Sería incoherente que estuviera dispuesta a ir a ayudar a un campo de refugiados a la frontera de cualquier país y mientras albergara en mi interior un rencor hacia un compañero de trabajo, por poner un ejemplo, porque me jugó una mala pasada. Continuar tendiendo puentes en las relaciones de cada día también puede ser heroico.

Amparo Gómez Olmos

Normas(500)