Los integrantes de Gen Rosso, el español José Manuel García y el suizo Beni Enderle, hablan sobre su nuevo espectáculo, intimista y cercano, al tiempo que desgranan otros proyectos en los que están trabajando.
Cincuenta años de vida de un conjunto musical como Gen Rosso dan para mucho. A lo largo de estos años, son más de trescientas las canciones publicadas y más de doscientas las giras realizadas a lo largo y ancho del mundo. Cerca de doscientas también, las personas de los lugares más variados que han pertenecido a Gen Rosso; cada uno aportando su cultura de origen y haciendo enriquecer el bagaje y la oferta artística del conjunto. De esta manera, se han revisitado canciones de toda su historia, adaptándolas a un sonido acústico, “que te permiten estar en familia, cerca del público”. Una experiencia nueva para ellos y que ya han experimentado en Italia y Austria, que les permite contar cómo nació una canción –Soñando, para regalar a un amigo que cumplía años- o una experiencia vivida. Una forma real de estar cerca de quienes asisten a sus conciertos, “quedándose con la esencia de lo que Gen Rosso intenta transmitir a través de su arte”.
En esta ocasión la gira por España en su casi totalidad está compuesta por Concierto Acústico. En Jaén la propuesta es distinta: Vigilia de la Misericordia, un momento de meditación guiado por textos sobre la misericordia del Papa Francisco y canciones del también amplio repertorio litúrgico de Gen Rosso.
El sábado 17 de septiembre Gen Rosso también en el Congreso de Pastoral Penitenciaria organizado por la Conferencia Episcopal Española.
En Alcalá de Guadaira el concierto tiene un carácter solidario. La recaudación se destinará íntegramente, a través de la Fundación Kokari, al Proyecto Becas para África por el que decenas de chicos y chicas del norte de Benín pueden tener el derecho a estudiar y poder cambiar a mejor la realidad de su entorno. Y en Cáceres, un euro de cada entrada irá destinado a Cáritas Diocesana.
Gen Rosso desarrolla otros proyectos al mismo tiempo; como en Brasil donde han trabajado junto a Haciendas de Esperanza en la rehabilitación de jóvenes. “Estas personas que han pasado por la droga, es gente que ha tocado fondo y tiene una sensibilidad impresionante. Para mí – cuenta José- es más lo que recibes de ellos que lo que crees que les pues dar. Es gente que cuando estaba ahí abajo, han conocido a Dios y lo han elegido con una radicalidad impresionante (…) algunos han sido asesinos, traficantes, han estado en la cárcel, … Cuando Dios entra en la vida de estas personas, es algo impresionante; ves que salen del fango y los levanta como perlas. Para mí es una conversión siempre que estoy con estas personas”.
Otro de los proyectos que llevan adelante es el de Fuertes sin violencia; trabajan en colegios e institutos con gran diversidad cultural y problemas de convivencia; los alumnos son los protagonistas de su musical Streetlight. Ensayan y trabajan juntos durante tres días y al cuarto ofrecen el espectáculo al público. Entre todos se establecen relaciones nuevas: “lo que llama más la atención es el rostro de los jóvenes; es gente que se ha sentido amada, tratada como persona”.