Chiara Lubich vio siempre en Pasquale Foresi un designio especial para el desarrollo del Movimiento: el de la encarnación del carisma de la unidad en las realidades concretas, y por ello lo considera, junto con Giordani, co-fundador del Movimiento.

Pasquale Foresi en 1949, año en que conoció a Chiara y al Movimiento, era un joven en búsqueda. Después de haber sentido la vocación al sacerdocio, estuvo en el Seminario de Pistoia y en el Colegio Capranica de Roma. Cuenta: “Estaba contento, satisfecho de mi elección. Pero en un momento determinado tuve, no una crisis de fe, sino simplemente cambié de opinión. (…) Fue así que surgió en mí la duda de si podía encaminarme al sacerdocio con estas dificultades en el corazón y suspendí momentáneamente el estudio. Fue en ese período que conocí el Movimiento de los Focolares (…). Notaba en las personas que pertenecían a él, una fe absoluta en la Iglesia Católica y al mismo tiempo una vida evangélica radical. Comprendí que ese era mi lugar y muy pronto me volvió a venir la idea del sacerdocio”.

Será el primer focolarino sacerdote. Después de él, otros focolarinos sintieron esta llamada especial al servicio del Movimiento.

Con respecto a los principales encargos confiados a él, escribe el mismo Foresi: “Porque era sacerdote, me encargaron de mantener las primeras relaciones del Movimiento de los Focolares con la Santa Sede. Otra encargo especial, a lo largo del tiempo, fue seguir el desarrollo del Movimiento en el mundo y colaborar, directamente con Chiara, en la redacción de los distintos Estatutos. Además pude dar vida y atender a obras concretas al servicio del Movimiento, como el ‘Centro Mariápolis’ para la formación de sus miembros en Rocca di Papa, la ciudadela de testimonio de Loppiano, la casa editorial Città Nuova (Ciudad Nueva) en Roma y otras obras que luego se fueron multiplicando en el mundo” .

Pero hay un aspecto especial de la vida de Pasquale Foresi junto a Chiara, que quizás representa mejor de los otros su aportación especial al desarrollo del Movimiento. Dice él mismo: “Está en la lógica de las cosas que una corriente nueva de espiritualidad, un gran carisma, tenga efectos culturales a todos los niveles. Si se mira la historia se constata que esto siempre fue así, con influencia en la arquitectura, en el arte, en las estructuras eclesiales y sociales, en los varios sectores del pensamiento humano y especialmente en la teología…”.

Y bien, Pasquale Foresi, con su competencia filosófica y teológica y con sus numerosos libros, artículos y distintas intervenciones, puede considerarse un motor esencial de esta apertura y de este dinamismo cultural, eclesial y social.