Mariápolis Lía: laboratorio de unidad

 
María Voce y Giancarlo Faletti de visita en la ciudadela argentina de los Focolares, la Mariápolis Lía. “Aquí la fraternidad universal no es un sueño, sino una realidad”, exclamó la Presidente del Movimiento.

Un día el asesor de paisajística del cercano Municipio de Junín recomendó a los habitantes de la Mariápolis Lía, refiriéndose a un lugar desde el cual de podían admirar los estupendos atardeceres de la pampa argentina, que: “No siembren árboles allí, para no tapar la vista del horizonte”. 

Se diría que es el consejo de un experto, pero los 200 habitantes de la Mariápolis Lía, provenientes de gran parte de América Latina, con algún representante europeo, encontraron en esa sugerencia una invitación inconsciente a conservar la capacidad de tener siempre delante el horizonte sin límites del mundo unido, a través del amor recíproco que se transforma en “ladrillos” de este proyecto de unidad vivido en una especie de laboratorio social, original, crisol de pueblos y de almas.

Nace en 1968, cuando los padres capuchinos donan al Movimiento de los Focolares unas cincuenta hectáreas dentro de la pampa a 250 Km de Buenos Aires. La construcción de la ciudadela, que está rodeada por una naturaleza bella y generosa, empieza a partir de un núcleo inicial –un gran convento construido en su momento para alojar el seminario–, para después poblarse con casas y habitantes.

Además del núcleo estable de personas y de unas cincuenta familias, un centenar de jóvenes de los Focolares, los Gen, transcurren aquí un período de formación que va de 6 meses a un año y más. Se estudia, se trabaja, pero todo sirve como “material” para formarse en la espiritualidad de la unidad.

Hay también escuelas de formación más breves dirigidas a familias, sacerdotes y seminaristas, adultos, etc.

Aquí en Argentina, la ciudadela es prácticamente la carta de presentación del Movimiento. Más o menos la mitad de sus miembros se formaron allí siendo jóvenes, llevando después impresa en el corazón esta experiencia, que a menudo ha transformado sus vidas y su entorno. Los visitantes de la ciudadela que la frecuentan con ocasión de seminarios o retiros espirituales, congresos, para las vacaciones,… son alrededor de 15 mil.

Por estas callecitas paseaban en estos días María Voce, Presidente de los Focolares, y Giancarlo Faletti, co-presidente, durante la última etapa de su viaje al Cono Sur, visitando las varias estructuras, las empresas donde se trabaja que van desde talleres de artesanía en madera, a una pequeña fábrica de bombones y mermeladas, a un taller de accesorios femeninos, a la carpintería, las cocinas y los dos hoteles que reciben a los huéspedes. Pudieron conocer de la boca de sus protagonistas los frutos de este esfuerzo permanente de construir una convivencia basada en el amor recíproco, “premisa de toda premisa, norma de toda norma” de esta convivencia.

Además la ciudadela es la sede del Polo Solidaridad, una de las concreciones del proyecto de Economia de Comunión (EdC), que recoge unas diez empresas (mientras que otras setenta adhieren al proyecto permaneciendo en su región). “Ustedes no han elegido ni la empresa ni ayudar a los pobres, porque en el mundo ya se hacen estas dos cosas –recalcó María Voce reuniéndose con los empresarios del Centro–. Ustedes han elegido la comunión, ésta es la novedad de la EdC, una comunión que contribuye a desarrollar otro tipo de economía”.

La jornada se concluye con una gran fiesta. María Voce declara sentirse conmovida por “esta ciudadela que da testimonio del amor recíproco. Aquí la fraternidad universal no es un sueño es una realidad vivida. Sepan que están haciendo algo muy grande”.

Alberto Barlocci