Concluyó la EdeV: la fraternidad en acción

 
60 alumnos de 11 países latinoamericanos y 20 profesores concluyeron la primera edición de la Escuela de Verano.

El sábado 29 de diciembre, apenas concluido el acto de inauguración, comenzaron las clases de la primera edición de la Escuela de Verano organizada en conjunto con el I.U.Sophía. Este año se abordan los “Fundamentos epistemológicos para una cultura de la unidad” desde las perspectivas teológicas, científicas y políticas. Para ello la Escuela fue precedida por un seminario de dos días con 40 profesores venidos de distintos países de Latinoamérica. La preparación de las clases, iniciada con anticipación, parte de una construcción colectiva, en el ejercicio de la técnica de la unidad: entrega y acogida del otro, de sus ideas, de su “cultura” para hacerlas propias.

Son días intensos que tienen a la base un pacto pedagógico que tanto profesores y alumnos se esfuerzan por cumplir. Se inicia cada día abrevando en la Palabra, compartiendo vivencias. Después lecciones muy participadas, horas de estudio, trabajo en grupos, intercambio de opiniones y preguntas. Como dice Leonor,de Bolivia: “Lo que me encantó es que los profesores se ponen al nivel de los alumnos y no hay esa diferencia que el profesor dicta una clase magistral y los alumnos escuchamos, sino que nos ponemos de igual a igual, compartimos ideas y al mismo tiempo que entregamos nuestro conocimiento, nuestras ideas, escuchamos y aceptamos las ideas del otro”.

“Sentía que tenía un universo reducido, pequeñito así -dice María Elena, de Cuba, mientras con su mano hace el gesto de como si tuviera un alfiler entre sus dedos-, y desde el primer día sentí que había aprendido más en un día que en toda mi carrera universitaria. Realmente ha sido una experiencia maravillosa, de salir de casa para entrar también aquí en otra casa, y más que casa, en un hogar”.

Los resultados de estudiar juntos de este modo son infinitos, como afirma Helder, de Brasil: “Aquí tenemos una ventaja que normalmente no tenemos en otro lado, que es la fraternidad como una posibilidad de transformación y solución de los problemas en el continente”.

Días de trabajo intenso, de relaciones construidas con otros jóvenes latinoamericanos donde se descubren diferencias y similitudes, coincidencias y divergencias, “inolvidables”, como los califica María Alejandra, de Ecuador. A la hora de las definiciones, Javier, de Colombia no duda: “Es posible un mundo mejor, es posible una sociedad mejor, son posibles las redes fraternas de solidaridad, es posible el diálogo”.

El 6 de enero, promediando la tarde, cuando los jóvenes  fueron partiendo para sus países de origen, la Mariápolis ya no era la misma de unos días atrás. Ahora se ha abierto a esta experiencia universitaria que continuará durante dos años más y se ha enriquecido con la presencia de cada uno de los 60 alumnos y los 40 profesores que participaron de la primera Escuela de Verano.

ESCUELA DE VERANO – ALGUNAS FOTOS