Encuentro de culturas

 
La Mariápolis, lugar privilegiado para mostrar el mundo unido, vivió una extraordinaria jornada de intercambio entre las naciones representadas por sus habitantes.

Es difícil saber cuántas naciones de proveniencia hay en la Mariápolis. ¿Veinte? ¿Veintidós? Cuando se saca la cuenta es probable que enseguida quede desactualizado, porque al otro día llega alguien proveniente de Corea o de Estados Unidos, o regresa luego de haber finalizado el período de estadía a Eslovaquia y baja un país!

Lo importante es que son muchos los países representados lo que sin dudas constituye una riqueza enorme: culturas, idiomas, comidas, costumbres distintas que se van conociendo y, poco a poco, aprendiendo a amar como la propia, en los pequeños grupos de convivencia.

¿Y por qué no establecer un momento en que todos los habitantes de la ciudadela se puedan enriquecer con la cultura de cada uno? Es lo que sucedió el 1° de mayo. Algunos días antes se habían reunido por países con la consigna de preparar una presentación del mismo, algo artístico: un baile típico, una poesía, una canción o todo eso en un “popurri” en los 10 minutos que cada grupo tenía a disposición. Además tendrían que poner a la degustación de todos una comida.

Los jóvenes, en primera línea, si hicieron cargo de la coordinación: quien se ocupaba de conseguir los elementos necesarios para el vestuario, quien para las comidas, dos de ellos que estuvieron presentes en todos los ensayos (¡secretos!) para verificar que no superaran el tiempo y no se repitieran…

Finalmente el miércoles dedicado al día del trabajador, todos los habitantes nos dimos cita en el Salón Civitas. ¡Y comenzó la fiesta…! Sobre el escenario fueron pasando distintos ritmos: samba brasilera, vals austríaco, ritmos italianos, centroamericanos, salsa, tango, cuarteto, folclore… Y en los intervalos largas mesas donde cada uno podía saborear las comidas típicas de cada país.

Después de 4 horas quedaba la sensación de haber hecho un viaje planetario y haber conocido un poco más de cerca las raíces de quienes compartimos la vida, el trabajo y el Ideal de la unidad.

En momentos en que en todo el mundo se celebraba la “Semana del Mundo Unido”, la Mariápolis de pronto se convertía en una “exposición”, expresión de esa fraternidad que queremos construir y compartir.