Palabra de vida – Junio de 2013

 
“Pero si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios” (1Pe, 2,20)

“Pero si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento,     esto sí es una gracia delante de Dios” (1Pe, 2,20)*

El apóstol Pedro explica a sus comunidades el espíritu genuino del Evangelio en sus aplicaciones concretas, con particular referencia a la condición y al estado de vida al que cada uno pertenece.

Aquí se dirige a los esclavos que se convirtieron a la fe y a los cuales, como a todos los esclavos en la sociedad de entonces, les tocaba sufrir incomprensiones y maltratos del todo injustos. Por extensión, estas palabras están dirigidas también a todas las personas que en todo tiempo y lugar tienen que sufrir incomprensiones e injusticias por parte de sus prójimos, sean ellos superiores o iguales.

A estas personas el apóstol les recomienda que no cedan a la reacción instintiva que podría surgir en esas condiciones, sino imitar el comportamiento de Jesús. Es más, los exhorta a responder con el amor, viendo también en estas dificultades e incomprensiones una gracia, es decir: una ocasión permitida por Dios para dar prueba del verdadero espíritu cristiano. De esta manera, sobre todo, podrán llevar a Cristo también a quien no los comprende.

Algunos, a partir de estas palabras u otras similares, querrán acusar al cristianismo de favorecer una excesiva pasividad, la cual adormecería las conciencias y las haría menos activas en la lucha contra las injusticias.

Pero no es así. Si Jesús nos pide que amemos a quien no nos comprende y nos maltrata, no es porque quiera tornarnos insensibles a las injusticias, sino todo lo contrario. Quiere enseñarnos cómo construir una sociedad verdaderamente justa. Es posible hacerlo difundiendo el espíritu del verdadero amor, y siendo nosotros los primeros en amar.

¿Cómo debemos vivir entonces la Palabra de vida de este mes?

Son muchas las maneras según las cuales también nosotros podemos ser hoy incomprendidos y maltratados. Desde faltas de delicadeza y desaires hasta juicios mal intencionados, ingratitudes, ofensas y verdaderas injusticias.

Y bien, también en todas estas ocasiones tenemos que dar testimonio del amor para con todos que Jesús trajo a la tierra, incluso frente a quien nos trata mal.

La Palabra de este mes quiere que en la defensa legítima de la justicia y de la verdad no olvidemos nunca que nuestro primer deber, en cuanto cristianos, es el de amar al otro, es decir: el de tener hacia los demás esa actitud nueva, llena de comprensión, de acogida y de misericordia que Jesús tuvo para con nosotros. De esa forma, incluso cuando defendamos nuestras razones, no romperemos nunca el vínculo, no cederemos a la tentación del resentimiento o de la venganza.

Al actuar de esta manera, como instrumentos del amor de Jesús, estaremos en grado de llevar a Dios a nuestro prójimo.

Chiara Lubich

* Este texto fue publicado por primera vez en 1990