Con Familias Nuevas en Perú

 
A su regreso de Perú, donde visitaron las familias que adhieren al espíritu de la unidad, entrevistamos a Honorio y María Inés Rey.

María Inés y Honorio Rey, son habitantes de la Mariápolis desde el 2007, cuando ya libres de compromisos laborales y con los hijos grandes y encaminados, pudieron trasladarse para dar su aporte en la ciudadela.

A principios de mayo pasado emprendieron un viaje a Perú invitados por Familias Nuevas para visitar y encontrarse con las familias que están en contacto con el Movimiento de los focolares en ese país.

“Lo nuestro no fue una gira turística -cuentan-, sino algo mucho más interesante: compartir la cotidianidad de las familias del Movimiento y adentrarnos en su problemática. Casi un mes y medio, entre Lima y Arequipa, sumergidos en una cultura que creíamos conocer por hispanoamericana, pero que nos sorprendió por las marcadas características de una historia milenaria, y la convivencia de antiguas tradiciones con los rasgos de una ambiciosa pujanza en la sociedad actual. En ese contexto nuestra experiencia fue la de probar la extraordinaria fraternidad que genera el compartir un ideal de vida más amplio y profundo que todas las historias particulares. Con algunas familias nos conocíamos, por su participación aquí en la Escuela Loreto (escuela de verano para las familias) pero con la mayoría era la primera vez que nos veíamos. Sin embargo el vínculo fraterno podríamos decir que era el mismo. Además, varios de ellos viajaron en esos días desde Piura, Trujillo, Huaraz, Talara, en el norte, y también de Tacna, al sur. En total, entre encuentros individuales y grupales, nos habremos reunido con un centenar de matrimonios”.

Ese contacto con tantas personas les permitió conocer más de cerca la realidad que viven las familias en Perú. “Con toda la problemática propia de su contexto social -afirman-, hemos podido admirar así la belleza y consistencia de núcleos familiares que son verdaderos pilares de comunidades. En un tiempo en que el compromiso parece no estar de moda, reconfortaba ver el entusiasmo de quienes se mantienen jóvenes desde hace décadas, cuando en los años 70 llegaba el carisma de la unidad a esas tierras, a la par de quienes inician la aventura en estos tiempos. En medio de las dificultades que, como en todos lados, encuentra hoy la familia, estos testimonios de vida se destacaban por su solidez y su belleza. Incluso permitían valorarla con mayor nitidez como semillas de comunión en todos los aspectos de la sociedad. Sobre esa base, el programa de Familias Nuevas adquiría así toda su dimensión de aporte fundamental para la construcción del mundo unido, volviendo a apuntar con preferencia a la “periferia”, adonde más se advierten las carencias de todo tipo, y en particular del amor que es propio de su vocación”.

¿Seguramente no habrá sido todo reuniones, sino que habrán tenido momentos para conocer lugares?

“Por supuesto -responden-, la cordialidad de los peruanos no perdió las ocasiones y momentos disponibles para hacernos sentir en casa alojándonos en sus hogares, aprovechando cualquier resquicio para hacernos conocer lugares históricos, probar comidas típicas –no faltaron el pisco y el ceviche– y disfrutar de momentos distensivos recorriendo calles, monumentos o la hermosa campiña arequipeña, y sus lugares de trabajo”.

¿Se puede hacer un balance? ¿Qué trajeron de este intenso viaje?

“Hemos vuelto con un bagaje de vínculos antiguos y nuevos que sin duda nos han cambiado en buena medida la perspectiva del ideal de la unidad para nuestro continente, más enriquecido de diversidad y más consolidado en aquello que nos une y nos plenifica”.

MARIA INES Y HONORIO NOS BRINDAN ALGUNAS FOTOS DE LAS FAMILIAS PERUANAS Y SU ENTORNO