Escuela Loreto: Por un amor más pleno

 
Del 12 al 31 de enero 2015 se realizó en la Mariápolis Lia la tradicional Escuela Loreto para familias

Ya una semana antes de que se inaugurara la 17º edición de esta original convivencia de formación, se advertía en la ciudadela un trajinar inusitado buscando y preparando las casas para una cálida bienvenida. Y apenas llegados los siete matrimonios de Chile, Bolivia, Paraguay y Argentina, con sus numerosos hijos, de 1 a 20 años, junto con las otras familias de distintas ciudades que se sumaron a colaborar, la Mariápolis se vio enriquecida y recorrida en todo sentido por la variedad de sus nuevos habitantes.

Desde el primer momento el desarrollo de temas de espiritualidad aplicados específicamente a la relación entre esposos, entre padres e hijos, entre distintas culturas y generaciones, además de talleres para grandes y chicos sobre aspectos característicos del mundo familiar fueron abriendo camino y poniendo en valor los aspectos más genuinos del amor humano y divino.

La comunicación en la pareja, la educación de los hijos, la escala de valores que caracteriza a cada familia, fueron otros tanto talleres que, con distintas dinámicas, ayudaron a clarificar el tema de las relaciones entre todos sus miembros.

“Con poesías, canciones y experiencias, la presentación del tema de la afectividad y ternura, por ejemplo, reivindicó la unidad de cuerpo y alma en su sentido más pleno –recuerdan, por ejemplo, Iris y Raúl Azar, que coordinaron la primera parte de la Escuela – ,  el de ser un don completo para el otro”.
“Ante la propuesta de renovar el pacto del amor reciproco, con el que nació nuestro matrimonio, sostenido por el pacto de misericordia, todos renovamos nuestras promesas experimentando la actualización del sacramento”, agrega Alberto.

Por otra parte, era sentir común que “los momentos más ricos y constructivos fueron sin duda los espacios de comunión, donde la vida puesta en común clarifica el  tema, se valoran los pasos dados y se comprende el paso a seguir”. A su vez, el poder estar involucrados en todos los aspectos de la vida cotidiana de la ciudadela, como en el trabajo, “nos hacía sentir ciudadanos, constructores activos de la ciudadela”, sostiene Pablo, locutor de profesión que estuvo removiendo escombros . Tanto que “era edificante ver en algunos el entusiasmo y la dedicación, prefiriendo las tareas más pesadas y llegando  una hora antes para poder hacer más”, comenta Marga, responsable de mantenimiento. Un momento fuerte fue la visita al Polo Solidaridad para conocer una realización concreta de Economía de Comunión y de la economía familiar.

Por otra parte, refieren los Leonardo, que llegaron de Misiones para coordinar la segunda parte de la Escuela, “las  juntadas espontáneas con mate, truco, helados, fútbol, juego de mesa de los chicos, tereré, asados, donde compartimos experiencias, historias de nuestras vidas, resultaron momentos  importantes para conocernos y  penetrar en la cultura  y en la historia del otro”.

“Más allá del país de origen, los años de casados, las edades. Nos sentimos hermanos – afirma Iris – , nos queremos realmente con el corazón.  Lo constatan los chicos que nos saludan como si fuésemos su familia”.

“Las dificultades no faltan – puntualiza Raúl -, las situaciones particulares de cada familia para replantear, sanar, reconstruir van apareciendo y duelen. Pero en esta realidad se encuentra  el coraje y la fuerza para encararlas”.  “La experiencia que están haciendo  nuestros hijos es de la misma profundidad e intensidad que la que hacemos nosotros”, afirma Carina.

Para que todo funcione durante tres semanas y con un programa tan complejo, “se percibe todo está sostenido por la acogida y la entrega de los habitantes estables de la Mariápolis” – afirma Raúl – . Son un don que no se ve pero se siente.

Todos se fueron con la convicción de haber realizado un momento particularmente positiva para la propia familia y con ganas de trasmitir esta experiencia laboriosa pero positiva y feliz a las comunidades de origen.

El último encuentro, con Carlos y Nanni, responsables de la Mariápolis, dio pie a explicitar algo que ya se venía gestando entre todos: “Después de haber hecho la prueba de laboratorio de que la familia es el espacio privilegiado para la unidad más plena, con resultados comprobados, el paso siguiente y necesario es trasplantar esta muestra como germen de unidad en la sociedad que nos rodea”.

“No fue seguramente casual que en esos días hayamos podido asistir en directo a la ceremonia iniciación del proceso de beatificación de Chiara Lubich con su vocación de abrir para la humanidad, en todos sus aspectos, la cultura de la unidad”, afirma Alberto.

“Y concluimos…y qué maravilla…!” – Nos escriben los Leonardo, ya de vuelta en Misiones – . El amor circula y todos lamentamos las partidas, los chicos lloran y algunos grandes también”.

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