Un momento gozoso como pocos

 

 

Feliz coincidencia, el mismo fin de semana que se reunía para “fortalecer los vínculos” de su grupo de familias con una convivencia en la Mariápolis, uno de los matrimonios, Tere y Norberto Razzetti, celebraba sus bodas de oro. No era un detalle menor que se tratara de la primera familia que, a comienzos de los 70, se trasladó de San Nicolás para acompañar y sostener desde los inicios el surgimiento de la ciudadela. Cuántas vivencias. Distintas etapas, felices unas, trabajosas otras, intensas todas, también dramáticas, maduras, siempre los dos a la conquista de la unidad, construyendo y reconstruyendo relaciones en la familia y en la comunidad con entereza poco común. Ganas de vivir, y vivir para los demás, que siempre los sacó adelante. Y ahora, otra vez ante el altar, volvían a repetir las palabras que consagraron su amor incondicional, enriquecidas por los años y avaladas por sus hijos, nietos, sobrinos, hermanos, amigos, y toda la comunidad de la Mariápolis, testigos y compañeros de viaje.

La ceremonia, iniciada por ellos mismos con un pedido de perdón, “por las veces que no supimos entendernos, por las veces que nos costó recomenzar, por las veces que no logramos dar testimonio de amor a nuestros hijos y a la comunidad”, hizo que nos sumáramos todos los que colmábamos la capilla con un “Perdónanos Señor”, como una sola familia.

Por eso, cuando más adelante a invitación del celebrante, tomados de la mano como aquella vez, Norberto, con la voz que le quedaba, casi un susurro, y luego Tere con voz clara, se dijeron el uno al otro que se elegían como esposos en la prosperidad y en la adversidad, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, sus palabras no tenían el sabor de una promesa porque reflejaban lo que ellos mismos no dejaban de repetir: “estamos viviendo el mejor momento de nuestra vida”. De más está decir que la parejas que se habían reunido para “reforzar los vínculos” no se perdieron la oportunidad de renovar, cada una, sus promesas matrimoniales, expresadas en las voces y con la plenitud de Tere y Norberto.

A la salida, aplausos, felicitaciones, abrazos, afecto, reencuentros, reconocimientos, mucho diálogo, familia de familias, que continuaría luego en las mesas, torta, brindis, viva los novios y fotos, muchas fotos, con todos, en grupos, con unos, con otros, para recordar un momento gozoso como pocos.

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