Un viernes Santo diferente

 

Como anunciamos en los días anteriores, este año es la Mariápolis que los visita. Queremos compartir con ustedes como fuimos recitando las diferentes estaciones del “Vía Crucis”.

De una forma insólita…. desde cada rincón de la ciudadela: “casitas”; familias; focolares, pequeñas iglesias domesticas realizamos con sencillez, creatividad esta práctica de la fe cristiana. Queremos también hoy en tiempo de Coronavirus ser testigos auténticos del Evangelio para darlo al mundo.

“Nada puede impedirnos amar”, como nos recordaba Emmaus (Maria Voce), presidente del Movimiento de los Focolares.

Viernes Santo. Un solo nombre: Jesús Abandonado.

En estos días escribí un libro sobre Él titulado: “El grito”. Lo he dedicado a Él con la intención de escribirlo también en nombre de ustedes, en nombre de toda la Obra de María “Como una carta de amor a Jesús Abandonado”, como dice la dedicatoria.

En el libro se habla de Él, el cual, en la única vida que Dios nos ha dado, un día, un día preciso, diferente para cada uno de nosotros, nos llamó a seguirlo, a entregarnos a Él.

Y se comprende –lo declaro ahí – que todo lo que quiero decir en esas páginas, no puede ser un discurso, aunque sea familiar, caluroso, íntimo y sincero; sino que pretende ser un canto, un himno de alegría y sobre todo de gratitud hacia Él.

Él lo había dado todo: una vida al lado de María, con incomodidades y en plena obediencia. Tres años de predicación, tres horas en la cruz, desde la cual perdona a los verdugos, abre el Paraíso al ladrón, nos da a su Madre. Solo le quedaba la divinidad.

Su unión con el Padre, su dulcísima e inefable unión con Él -que lo había hecho tan potente en la tierra, como Hijo de Dios que era, y con tanta realeza en la cruz-, esa sensación de la presencia de Dios debía perderse en el fondo de su alma, no dejarse sentir; separarlo en cierto modo de Aquel con el cual Él había dicho que era uno y gritó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27, 46).

Chiara Lubich

(En una conferencia telefónica, Castel Gandolfo, 20 de abril de 2000)

Cf. “Las cuatro palabras”, en: Chiara Lubich, Unidos hacia el Padre, Ciudad Nueva, Madrid 2005, pp. 22-25