A cinco años de la Laudato Sí, y delante a la crisis mundial que vivimos debido a la pandemia. Su relectura es de luz en los desafíos emergentes.
Nos ofrece un camino hacia una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático. Buscar sólo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que en la realidad están entrelazadas y esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial.
Proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral.
Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en los estilos de vida. Se necesitan los talentos y la implicación de todos para reparar el daño causado por el abuso humano a la creación.
El mundo es algo más que un problema a resolver es abrirse al misterio de la vida con gratitud.
Todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación.
También desde la Mariápolis adherimos plenamente a el legado de la Laudato Sí comprometiéndonos en cada presente a custodiar la armonía de la creación. Creciendo en esta sensibilidad también con el desarrollo de talleres que contagien este estilo de vida a muchos.