“codo a codo” nunca tan cerca

 
Una iniciativa simple y eficaz, entre gente de Mariápolis y ciudades del territorio, surgida en tiempos de pandemia, para poner en comunión necesidades y posibilidades.

“… el día empezó temprano con un acto de servicio, yendo por segunda vez a llevar camas, colchones, sillas, sábanas, toallas, mantas (algunas de la Mariápolis y otras de Junín) a una familia que ayuda a otras familias carenciadas de su barrio  De nuestra parte la entrega es el último paso. Antes hubo escucha, puesta en común, traslados, lavado, selección, acondicionamiento, además de mucho acompañamiento y dedicación para que la ayuda llegue realmente a quien la necesita… Una dinámica que se repite y se multiplica en cada experiencia y lugar”, se lee en el informe de una de las primeras acciones de “CODO A CODO”, red de comunión de bienes y necesidades que, a raíz de la pandemia, se ha puesto en marcha en el territorio de la ciudadela, como en otras partes del mundo, facilitando la circulación de ayudas entre personas, familias, grupos, entidades y ciudades.

“Muchas gracias a todos los que se han solidarizado con la familia que sufrió el incendio – comunican desde Los Toldos –. De parte de ellos, solo hay palabras de agradecimiento. No van a recibir más donaciones ya que fueron muchísimas y no tienen más lugar…. Además, el dueño de un negocio de alimentos les ha facilitado un crédito para que puedan ir retirando  mercadería a medida que necesiten…”. “Es conmovedor ver el dinamismo desde el primer momento que empezamos – comenta alguien del grupo inicial -. Se identifica la necesidad, se comparte en el equipo, se transmite a la comunidad, se busca el recurso, el traslado, quien lo recibe y quien lo entrega”. Muchas de las necesidades, en el giro de pocos días ya están resueltas. La alegría es contagiosa, tanto de los que reciben, como de los que ponen todo de su parte para ir al encuentro de ese hermano que en este momento lo necesita.

La cosa se inició de la forma más simple. “Desde la Mariápolis nos convocaron a algunos referentes de las comunidades del Movimiento en cada ciudad– cuenta Mariana – para contarnos cómo se está manejando lo de la pandemia en el mundo y juntos plantearnos qué más podíamos hacer nosotros localmente”. Todos coincidían en que tenían necesidades muy cercanas y varios ya estaban colaborando por su cuenta. La idea fue aunar fuerzas comenzando a trabajar juntos a partir de esos mismos puntos. Se armó un grupo de WhatsApp con referentes en Mariápolis, O’Higgins, Junín, Chacabuco, Chivilcoy, Bragado,  Los Toldos, 9 de julio.

Nada más que eso, e inmediatamente fueron apareciendo las necesidades y las posibilidades. – cuenta Mariana –. Como yo me ocupo de consignar todo en una planillita de Excel, lo que me emociona es que desde ese momento sale la necesidad y sale atrás el que la cubre. Es una maratón de amor. A veces digo, ‘espérenme que actualizo la lista’, porque cuando la anoté, ya se hizo, y la pongo en verde, como que ya está… Se va generando toda una ola de amor”. Naturalmente, se hace dentro del tiempo que se tiene, porque todos tienen sus ocupaciones y la vida sigue. “alguien  decía, `puedo hacer poco (nos había dejado dinero) pero es lindo saber que a la noche van a poder tener la cama más caliente’. Y sí, es lindo. pero también y nos pone en oración porque muchas necesidades no se cubren sólo con una manta, para que Dios provea lo que nosotros no alcanzamos”, y Mariana sigue describiendo acciones concretas de distintas dimensiones pero de la misma calidad: la abuelita que teje a crochet para armar colchas, la tienda que le regala el 50% de la mejor lana cuando se entera de qué se trata , los que ponen su vehículo para los traslados, la empresa alimentaria que, en su peor momento de ventas dona en abundancia productos de su reserva, los que se hacen tiempo en sus tareas para organizar, los chicos que cocinan salsa de tomate para llevar a los merenderos, el que pone lo tomates… La lista es muy variada.

“También para la Mariápolis fue una bendición – comenta Ángela, que desde hace seis meses está en la ciudadela – porque lo que en un lugar no sirve en otro hace falta y había cosas en depósito, por años, sin tiempo material para darles un destino adecuado. La pandemia nos dio el tiempo y, esta red, la posibilidad de darles el mejor destino. Nos sucede a todos, nos damos cuenta de nuestras posibilidades cuando se ponen en común las necesidades”. Su razonamiento recuerda aquello de que ‘lo superfluo  de unos se mide por las necesidades de los otros’. “Con muchos ya nos conocíamos, pero ahora nos encontramos desde otra faceta, saliendo de la zona de confort. Hay como un despertar en la vida de comunidad y un crecimiento en calidad humana… Ojalá no olvidemos esta experiencia cuando todo termine…”.

Thomas, el que tuvo la feliz idea de proponer el nombre de “Codo a codo” para esta incipiente red de comunión se encarga, como buen alemán, de agregar algunas precisiones: “En primer lugar, el objetivo de tender a acciones compartidas creando sinergia, fomentando  solidaridad, abriendo el juego en un radio cada vez más amplio,. Emprender acciones que tengan continuidad, que puedan crecer, involucrar más gente, dar pie a modelos sustentables. Comenzar incluso por cosas chicas, pero que crean cultura”.

Sugestivamente, cuando ante esta pandemia se ha vuelto costumbre saludar con el codo para mantener distancia, se diría que “Codo a codo” ha nacido para construir proximidad, y de la más concreta. Codo a codo, nunca tan cerca.

HR 

Informes: territoriomariapolislia@gmail.com

         

 

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