¡Lo vamos a extrañar monseñor!

 

Falleció Monseñor Agustín Radrizzani

Nos dejó imprevista y silenciosamente como fue su vida, se fue sin saludarnos, como para no causarnos molestias, en la madrugada del 2 de septiembre, en la ciudad de Junín donde vivía junto a madre muy anciana.

El sentimiento que embarga a toda la ciudadela, es el de un gran vacío. De esos que se producen dentro nuestro cuando una persona entrañablemente querida nos deja.  Un amigo, así nos gusta recordarlo; además de pastor y compañero de viaje, un hermano cercano, afable, humilde, dispuesto siempre a escuchar, alentar y sostener.

Tuvimos la dicha de tenerlo como obispo y compartir con él tantos momentos de comunión, de oración, de diálogos abiertos y sinceros.

En la homilía de despedida de la diócesis expresa justamente su amor por la Mariápolis: “Cuando llegué a Mercedes pude comprobar la existencia de algunos lugares con una presencia especial del Señor y de la Santísima Virgen. La Basílica que custodia a la patrona de la Patria, la Virgen de Luján y también los dos monasterios de vida contemplativa con mis queridos hermanos benedictinos y queridas hermanas carmelitas. También, otro centro de irradiación espiritual es la querida Mariapolis en O´Higgins”.

Salesiano de alma, muchas veces lo hemos visto conmoverse al hablar de don Bosco, supo conjugar el carisma salesiano con su ser obispo y también su amor por Chiara y por el Movimiento. Su vínculo con la Obra de María se dio a fines de los 60 cuando aún era novicio, por el sacerdote que animaba un oratorio. Fue allí para cumplir con tareas pastorales y lo encontró limpiando un metegol para los chicos que allí estaban. Lo recibió con una gran sonrisa y lo invito a sumarse a la tarea de limpieza. “Tenemos que limpiarlos bien, porque Jesús (en esos chicos) los va a usar” le aclaró. “Yo había limpiado y engrasado metegoles pero nunca pensé que los iba a usar Jesús” Este primer encuentro con alguien que hacía las cosas por amor a Jesús en el otro lo marcó de manera definitiva, y fue una constante en su vida. Aún en situaciones complejas siempre su mirada estaba posada en ese ser escondido que cada prójimo tiene y que no es otra cosa que la imagen de Jesús presente en el hermano.

La gracia es infinita, pero depende del recipiente que la recibe, solía repetir. El ha sido ciertamente una buena vasija que no ha dejado derramar nada de lo vertido en ella. don Bosco a quién tanto amabas, Chiara que inspiró tus últimas lecturas sobre el misterio del abandono son ciertamente testigos de esto.

¡Gracias Agustín! Como lo hacíamos antes, ahora más que nunca: contamos contigo y no dejes de recordarnos que detrás de la tarea que realizamos está Jesús que nos espera en el hermano.