TOMANDO EL PULSO A UNA CORAZONADA

 
De cómo crece y se consolida el puente artesanal que “Codo a Codo” tendió en la emergencia, para abrir paso a la solidaridad entre posibilidades y necesidades en nuestro territorio

“Hola, les reenvío foto de un escritorio ofrecido”. “Hoy me pidieron zapatillas nro. 37, para mujer”. “Tengo 1 par para donar!!!“. “Gracias Mónica!!”. “A dónde se lo alcanzo??”Pasan unos minutos  y – “Me acaban de dejar en casa $3000 para lo que sea“. “Llegó justo, qué bueno…!”. “De la familia que acompañamos, nos preguntan si está lista la bici que habíamos conseguido para que uno de sus hijos vaya a la escuela”. “Hola, sí, tengo dos preparadas para mandar a reparar”. “Mauricio las llevaba en estos días pero creo que se le complicó para viajar”. “El que puede ir es Gustavo, me dijo…”. “Hola…hicimos salsa con los tomates (creo los últimos que quedan de la huerta)… salieron 2 de 5 kg. Les parece que vayan una a Junín y otra a Chacabuco?  Ya conseguí quién va”. “Silvia, nos comparte fotos de hoy”, y se ven las fuentes de raviolones rellenos humeantes que ella hizo en el merendero con la carne que le han llevado, además de bananas -, “hoy le alcanzamos las golosinas que juntamos para el día del niño. Un montón, está re-agradecida…”El intercambio de chats no se detiene en todo el día dando cuenta de una inusitada circulación de mantas, garrafas, muebles, colchones, pañales, ropa de todos los talles, comestibles, materiales.

Todo empezó en junio-julio del 2020,entre algunos que estaban haciendo algo por su cuenta  y, ante la emergencia, decidieron aunar esfuerzos con el simple recurso de un grupo de WhatsApp. De los 10 con que se inició el grupo hoy son 30 los titulares, y detrás de ellos muchos otros que están relacionados pero no aparecen directamente para no sobrecargar, pero con los que se puede contar. “No somos 40 que no sabemos qué hacer, ni somos 10 que se nos cae el mundo encima -reflexiona uno de los iniciadores que le dieron nombre, Codo a Codo, a esta “corazonada” que se va contagiando en el territorio. “Queda por mejorar la comunicación, la logística algunas veces es inmediata y otras queda pendiente, pero se va aprendiendo. En este momento se puede decir  que tiene una dimensión con margen de futuro que hay que prever”.

 

“Aquí es como que nos toca todo a todos–nos explica por su parte Mariana, en Junín – . Lo más difícil es ir, buscar, llevar, traer, pero en eso estamos, nuestra casa es como un depósito, -y como si hiciera falta que lo viéramos en vivo y en directo, cuando llegamos acababan de traer un colchón y de llevarse una garrafa– .De entrada yo sentí que Codo a Codo era eso que habíamos vivido como ‘gen’ (jóvenes del Movimiento de los focolares, n.de r.) – continúa – , donde se tenía conciencia de lo necesario y lo superfluo, y la medida te la da la necesidad del otro. Se necesitaban frazadas, teníamos dos en nuestra cama y una se fue. Tenía sábanas para cuando venían visitas, quedó una para para cada uno de la familia y ya está. Como que en casa no guardamos más. Yo creo que nos hicimos socialmente más solidarios, no sólo nosotros, sino los que antes ni siquiera lo pensaban. En general la gente quiere colaborar pero no sabe cómo, y esto, que es todavía tan artesanal, está muy al alcance de la mano.

“Por otra parte, con Codo a Codo constatamos que teníamos experiencia de hacer circular los bienes entre nosotros, en la comunidad, pero no tanto de ponernos al hombro algo de afuera –reflexiona -, y nos encontramos con que la situación colapsó y no nos dio tiempo. Otros, que ya vienen trabajando, están más organizados y por eso, una de las cosas más lindas es la relación que se ha creado con ellos. Porque a mí, cuando alguien me llama y me dice: ‘Hola reina, yo quiero saber si vas a venir por acá…’, pero ya sé que no es si voy a ir, sino si tengo algo para darle, me sale de juzgar…‘¿por qué siempre esperando?’. Entonces la encargada de Caritas de acá me ayuda un montón compartiendo su experiencia: ‘Yo cierro los ojos – me cuenta – y doy igual, porque son generaciones enteras las que están en esa posición de esperar de otros’. Y claro, estamos en una sociedad muy rota y son situaciones y merenderos muy carenciados, como que no hay esperanza.

“Pero en otros casos vos vas, ves el amor que pone la dueña de casa donde funciona un merendero, y a veces van todos los nenes a comer y ella no tiene nada. Amasa, prepara, distribuye. Una casita muy pobre, tiene un hijo y el marido que está poco por su trabajo…. Pero es así, todo a pulmón. Por suerte ahora se la ha podido ayudar con unos ladrillos y la municipalidad le puso un tanque, porque no tenía agua. O el caso de ese muchacho, 25  años, que anda recorriendo los merenderos, junta cosas y les va llevando, seis paquetes de harina y con ellos amasa, les enseña, y va caminando, porque la bici se le ha roto, y además tiene su trabajo… Por eso te digo que es linda la relación con gente así, y charlando se te desenredan tus mambos, e ir pensando en armar algo, como una cooperativa, para darles trabajo. Además, yo soy muy avasalladora,  y enseguida me sale hacer algo con mi mentalidad y aquí hay que ver qué es lo que el otro siente como necesidad. Por eso no pierdo la esperanza de que algo se pueda cambiar y, por de pronto, nos va cambiando a nosotros.

“Además, si esto lo llevás en la sangre – se entusiasma– contagia. Una vez, con la mamá de un compañero de mi hijo, cuando le comento la necesidad de un par de zapatillas, me entero de que ella está en un grupo de corredores, donde las cambian apenas se gastan un poco, y me dice, ‘yo voy a hacer campaña’. Confeccionamos una lista de los chicos del merendero, comprometió a los corredores, y si ellos no tenían las pedían a sus hijos o las compraban. Para el día del niño llevó 80 pares. Y es una mamá con la que charlábamos en el club tomando mate. Y ahora va, con dos de su ambiente de trabajo, todas las semanas a llevar comida para dos días. Es decir, no se sabe el círculo dónde va a terminar”.

 “Para mí – dice por su parte Germán, que atiende las casas de huéspedes en Mariápolis -, lo más lindo es que nos mantiene siempre alerta a las necesidades que hay, sobre todo cuando podríamos no darnos cuenta de lo mal que la está pasando mucha gente fuera de la tranquera y quedarnos tranquilos porque cumplimos con los protocolos. También entre nosotros se abrió todo un proceso de hacer circular las cosas con otra intensidad, y a medida que damos llega más, porque la gente quiere ayudar y manda cosas para poner linda la Mariápolis, por supuesto, pero no para archivar, porque guardar una cantidad de colchones por las dudas, equivale a otros tantos que quizás duermen en el piso.

“Cuando bautizamos a Catalina, nuestra hija, estábamos sensibilizados porque nos enteramos por Codo a Codo que una madre estaba esperando a su bebé en una piecita que ni puerta tenía y nosotros recibíamos tantas cosas materiales o teníamos la posibilidad de comprarlas, gracias a Dios, y… pucha, se nos ocurrió hacer una colecta después de la ceremonia, pensando en ellos. No se juntó para hacer una casa, pero esa madre la puerta la tuvo –y ropa la criatura, agregamos nosotros, que ahora tiene seis meses – .“Personalmente me hace muy bien tener presentes estas realidades para vivir de manera más austera, tener lo que uno precisa, no lo que uno puede generar, como impone el sistema, que te lleva a gastar todo lo que uno puede generar, porque es casi matemático, lo que yo tengo de más alguien lo tiene de menos.  Por supuesto, no sólo es cuestión de dar el pescado, sino, cuando se puede, de enseñar también a  pescar. Mientras tanto todos vamos aprendiendo”.

 Sugestivamente, al pensar esta nota, circulaba entre los de Codo a Codo un pasa-palabra que, entre otras cosas, decía: “La comunión es la marca de los que se aman. Supera y va más allá del círculo familiar y de las amistades. Llega al que sufre anónimamente, al indigente marginado y al desconocido que necesita ayuda. Asumir las necesidades de los demás nos ayuda a evolucionar individual y colectivamente, ya que el amor es la característica del pueblo de Dios y de la civilización más elevada”.

 

Para más información y contactos:

En Junín: Mariana Guarinotel: 11 4405 0566

En Chacabuco: Oscar Del Medico tel: 2352 442247

 

HR