Amor sin fronteras

 
En la sede del Parlamento Latinoamericano (PARLATINO), un imponente y moderno edificio a orillas del Océano Pacífico en la Ciudad de Panamá, se llevó a cabo, después de la Jornada Mundial de la Juventud (29 a 31 de enero), el encuentro “Amor sin fronteras” organizado por los jóvenes del Movimiento de los Focolares.

Durante varios meses, jóvenes procedentes de distintos países de América Latina y Europa prepararon el programa con enorme cuidado y dedicación, siempre apoyados por los adultos de la comunidad. ¡Una fórmula extraordinaria que funcionó de lo mejor!
Uno de los mayores regalos de esta semana fue la presencia del conjunto internacional Gen Verde, que había sido invitado por la Arquidiócesis de Panamá para la Jornada Mundial de la Juventud.
Todas las mañanas, el Gen Verde abrían el programa con 30 minutos de animación. ¡No se imaginan el impacto que tuvieron las canciones, especialmente aquellas escritas por las chicas de estas tierras latinoamericanas, del estilo de “Como lluvia suave”! Canciones que tocaban de manera particular el corazón de los muchachos, porque hablan de las problemáticas de sus propios países.

Los jóvenes y María
El primer día, Jesús Morán, -co-presidente del Movimiento de los Focolares, presente para la ocasión- intervino con un “recorrido” breve, pero muy profundo, de los discursos del Papa durante la JMJ, y que él describía como una síntesis de todos los discursos del Papado de Francisco. Hizo mucho énfasis en la necesidad de ser, como María, “influencers” de Dios en el mundo de hoy.
Posteriormente escuchamos los testimonios de tres personas, provenientes de distintos países, sobre María y su relación con ella a lo largo de la vida: experiencias sencillas, pero muy profundas y concretas.
La tarde estuvo llena de energía, gracias a los talleres artísticos dirigidos por las integrantes del Gen Verde, en diferentes grupos.

La vocación
El segundo día estuvo dedicado a las vocaciones, y allí estaban los jóvenes en primera línea, presentando las diferentes vocaciones a partir de su propia elección personal. Siguió un diálogo muy fuerte entre todos. Algunos comentaban que hacía muchos años no asistían a un encuentro tan dinámico y profundo como éste. ¡Se notaba lo bien preparado que estaba! ¡Y cuánto llegaba al corazón de los participantes!
Esa tarde hubo cinco talleres: uno de ellos era sobre el hambre en el mundo y otro, llevado adelante por el Gen Verde, sobre el arte como respuesta a los problemas sociales. La participación de los chicos en este último fue muy viva, y llegaron a conclusiones serias y propósitos muy concretos. Se involucraron al máximo.

Una única familia
La noche del 30 de enero se caracterizó por el intercambio artístico y cultural de los jóvenes, provenientes de muchos países: bailes, cantos, trajes típicos, música, color y poesía fueron los protagonistas de esa “Noche Intercultural”.
El tercer día Jesús Morán, sentado en el piso del palco y rodeado de todos los jóvenes organizadores del encuentro, dirigió a todos las palabras conclusivas de esta Post Jornada, que él mismo considera un “momento privilegiado de profundización”, después de todo lo vivido con el Santo Padre durante la semana precedente.
Estas palabras, así como las fuertes impresiones de muchos de los jóvenes participantes, son el motor encendido con el que todos partieron, luego de haber fortalecido la unidad y de haber comprobado, de manera tangible, que sí se puede construir un mundo mejor y más fraterno.

El concierto del Gen Verde, que comenzó puntualmente a las 6 de la tarde en una de las sedes de la Universidad de Panamá, fue el “broche de oro” con el que se cerraron estos tres días de vida y trabajo intensos, y del que todos salieron renovados, felices y más unidos que nunca.

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